En una ciudad donde la inflación y los precios en aumento afectan la economía de las familias, un comerciante encontró la fórmula perfecta para atraer clientes: vender churros tradicionales a tan solo un peso. Alejandro Molina Hernández, originario de Pachuca, lleva ocho meses ofreciendo este dulce antojito a un precio accesible para todos.
“Es una forma de complementar la situación que pasa en el país. Prefiero vender poquito pero constante, que querer ganar mucho y no vender nada”, explicó Alejandro, quien apostó por la calidad y la tradición en su negocio.

Desde su pequeño puesto, ubicado sobre el bulevar Bonfil, frente a la salida del Aurrerá de El Palmar, Alejandro elabora entre 2 mil a 3 mil churros al día. Él mismo se encarga de la preparación, desde la masa hasta la fritura, respetando la receta original del churro tradicional. “El churro tradicional no lleva huevo ni mantequilla, solo los ingredientes esenciales. Son dorados por fuera y suaves por dentro, como deben ser”, detalló.
A pesar del bajo costo, Alejandro asegura que su negocio le permite vivir dignamente. “No es que se gane mucho, pero es suficiente para lo necesario”, comentó. Su estrategia de mantener precios bajos y una producción constante hizo que su puesto se vuelva muy popular, especialmente entre los niños que salen de la escuela.

El comerciante trabaja todos los días de la semana, de 14:00 a 21:30 horas, aunque ocasionalmente descansa los miércoles. Con la ayuda de su hermana en la venta, logró consolidar su negocio en pocos meses. “Al principio batallé mucho para encontrar la receta, pero cada quien tiene su toque”, dijo orgulloso.
Su historia es un ejemplo de cómo la perseverancia y el compromiso con la calidad pueden convertir una idea simple en un negocio exitoso. “Puede estar muy barato, pero si no es bueno, la gente no vuelve. Aquí lo importante es el sabor”, concluyó.
Los habitantes de Pachuca ya lo saben, si buscan un antojito tradicional, económico y delicioso, los churros de a peso son una opción imperdible.

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