Más Información
Visitar la Piedra Campana en Ixmiquilpan es mucho más que contemplar una formación geológica; es sumergirse en la rica herencia cultural y espiritual del Valle del Mezquital, en Hidalgo.
Este enigmático vestigio arqueológico, que ha resistido el paso del tiempo, guarda entre sus misteriosos jeroglíficos historias que resuenan a través de las leyendas que aún persisten.
De casi tres toneladas, la enorme roca es especial no solo por su tamaño, sino por su capacidad de producir un sonido semejante al de una campana cuando es golpeada de forma específica. Este fenómeno es atribuido a su composición mineral y estructura interna, lo que la convierte en un singular instrumento natural, como si la tierra misma hablara a través de ella.
Más allá de su capacidad acústica, la Piedra Campana es un portal hacia el pasado profundo de los otomíes. Decorada con jeroglíficos en algunas de sus paredes internas, este sitio está ligado al mito de los uemas, antiguos gigantes que, según la tradición otomí y el códice Vaticano A, protegían el valle.
Estos seres sobrenaturales habitaban en cuevas y lugares sagrados, y según los relatos de los habitantes, fueron ellos quienes colocaron la piedra en su ubicación actual, o quizás fue parte de una gran iglesia.
Las teorías sobre el uso ceremonial de la piedra y los símbolos que la adornan aún están bajo estudio, pero se cree que estas representaciones rupestres fueron usadas para invocar a deidades protectoras o realizar ceremonias en honor a fuerzas ancestrales. El misterio de la Piedra Campana sigue atrayendo tanto a estudiosos como a locales que ven en ella una presencia sobrenatural.
Para los habitantes de Ixmiquilpan, que en otomí se conocía como “zectccani” o «verdolaga», la Piedra Campana sigue siendo un símbolo viviente de protección. El pueblo, cuyo nombre actual proviene del náhuatl "Izmiquilpan", que significa “pueblo situado sobre los cultivos de hierba cuyas hojas tienen la forma de navaja”, continúa reverenciando este monumento.
La leyenda dice que los uemas aún vigilan el valle, y su esencia habita en esta piedra, guardando la región de las fuerzas malignas, como lo han hecho por siglos.
Lee también: El legado culinario de los gualumbos, una joya poco conocida del maguey en peligro de extinción