A tan solo 15 minutos de la cabecera municipal de Tecozautla, se encuentra la comunidad otomí de El Pañhé, un lugar donde la magia va más allá de sus famosos sitios arqueológicos y balnearios.
Además de ser hogar de la Zona Arqueológica El Pañhú y el convento franciscano del siglo XVI, este pueblo resguarda un oficio artesanal único: la transformación del vidrio volcánico, la obsidiana, en figuras de dioses prehispánicos, animales y objetos decorativos.
Al adentrarse en uno de los talleres de El Pañhé, el sonido de los motores te envuelve. No se trata del trabajo a mano que muchos imaginarían; la obsidiana es tallada y pulida con herramientas eléctricas como esmeriles y pulidores.
El proceso comienza eligiendo la piedra adecuada o cortándola con precisión. Posteriormente, el esmeril se encarga de realizar los cortes iniciales, definiendo las formas generales de las piezas. A medida que avanzan los cortes, los detalles se van afinando con discos especializados, hasta lograr una obra perfectamente esculpida.
Este trabajo artesanal conlleva riesgos, ya que los artesanos deben maniobrar la piedra a milímetros de las herramientas en movimiento, lo que requiere gran destreza y concentración. Por ello, cada figura finalizada es testimonio de la habilidad y cuidado de quienes la crean.
Algunas piezas son embellecidas con incrustaciones de piedras de colores, mientras que otras resaltan el brillo natural de la obsidiana, que puede ser negra, roja o con destellos dorados y plateados.
El pulido es la etapa final y más crucial, pues transforma la apariencia opaca de la piedra en una superficie brillante y reluciente.
Este arte llegó a El Pañhé gracias a los pobladores que aprendieron las técnicas en Teotihuacán y, al regresar, establecieron sus propios talleres, compartiendo el conocimiento con otros habitantes del lugar.
Hoy, los artesanos de Tecozautla han ganado renombre. Algunos han expuesto sus creaciones minimalistas en universidades y colaborado con diseñadores.
Otros destacan por sus figuras de animales o bien se especializan en armadillos y gatos. Mientras, que en talleres grandes, predominan las máscaras y figuras de deidades prehispánicas.
Aunque todos los talleres comparten una temática común, cada uno imprime su estilo personal a las piezas, convirtiendo la visita a El Pañhé en una oportunidad única para descubrir la diversidad y maestría de sus artesanos.
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