Samuel García, originario de San Pablo el Grande, en el municipio de Tenango de Doria, desafió las tradiciones y tabúes de su comunidad para convertirse en un pionero dentro del mundo de los bordados. Creció rodeado de estas coloridas artesanías y, a la edad de seis años, su madre le enseñó el arte que ya había pasado por cuatro generaciones familiares, convirtiéndolo en el primer hombre en su familia en dominar esta técnica ancestral.
A lo largo de los años, Samuel perfeccionó su habilidad, creando diseños únicos, realizados completamente a pulso y sin patrones predefinidos. Consciente de las dificultades económicas a las que se enfrentan los artesanos, decidió fundar su propia empresa, Më M’onda, con el objetivo de luchar contra el comercio injusto dominado por intermediarios que, según su testimonio, dejan a los creadores con solo el 20% de las ganancias.
El camino hacia la independencia no fue fácil. Samuel recuerda que, hace 20 años, un bordado se vendía por apenas cinco pesos, a pesar del arduo trabajo que representaba. Sin embargo, su empresa ha cambiado ese panorama, mejorando la retribución para él y los artesanos que colaboran con él.
Hoy, Më M’onda emplea a 250 personas, muchos de ellos hombres, quienes han encontrado en los bordados una oportunidad económica y artística.
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La decisión de dedicarse al bordado fue especialmente difícil para Samuel, quien enfrentó burlas y acoso por parte de su comunidad. Pese a las críticas, su madre siempre lo apoyó, alentándolo a seguir adelante.
Samuel encontró el respeto que anhelaba al trasladarse a la Ciudad de México, donde estudió Contabilidad en la UNAM. Tras ejercer su carrera para particulares, su proyecto empresarial le demandó todo su tiempo y energía.
Al regresar a su comunidad con su empresa consolidada, las actitudes hacia él cambiaron. Hoy, los hombres de Tenango de Doria participan activamente en la creación de estas artesanías, ya sea en el dibujo o en el propio bordado.
Aunque las artesanías de Tenango de Doria han ganado fama internacional, Samuel denuncia los anteriores casos de plagio por parte de grandes casas de diseño. Aunque reconoce que la exposición global puede ser positiva, también subraya la importancia de proteger la autoría cultural y los diseños originales.
Para Samuel, cada bordado cuenta una historia, y todo lo que le ocurre al artesano se plasma en su trabajo. En cuanto a los orígenes de los bordados de Tenango, Samuel conoce dos teorías: una más reciente, que los vincula con una época de escasez en la región de San Nicolás, y otra que los conecta con las antiguas pinturas rupestres de la zona.
A sus más de 30 años, Samuel García continúa innovando en la tradición del bordado. Su empresa amplió la gama de productos, incluyendo playeras, gorras y carteras, que han tenido una gran aceptación en el mercado.
Además, ha sentado las bases para la expansión internacional de Më M’onda, con una tienda en la Ciudad de México.
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