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En el centro de Pachuca, una momia con más de mil 700 años de antigüedad sigue despertando devoción entre los fieles católicos. Se trata de Santa Columba, una joven española nacida en La Rioja en el año 257, cuyo cuerpo incorrupto reposa en la iglesia del exconvento de San Francisco, una de las edificaciones más emblemáticas de la época colonial en la región minera.
La historia de Santa Columba está envuelta en relatos de fe y martirio. Según crónicas y leyendas, su vida estuvo marcada por la persecución religiosa durante el reinado del emperador romano Lucio Domicio Aureliano. Conocida originalmente como Camila, la joven fue admirada por su belleza y nobleza, lo que llevó al emperador a exigir su matrimonio con su hijo. Al negarse para consagrar su vida a Dios, sufrió terribles torturas y finalmente fue decapitada en Sens, Francia, en el año 273.
Siglos después, su cuerpo llegó a la Nueva España en el siglo XVIII, gracias a la marquesa de San Francisco, hija de Pedro Romero de Terreros, conde de Santa María de Regla y prominente empresario minero. La momia fue trasladada hasta Pachuca, donde se convirtió en una figura de veneración, conservándose hasta la actualidad en una urna de cristal.

Los fieles que visitan la iglesia del exconvento de San Francisco acuden a pedirle favores y protección.
Desde la época virreinal, la imagen de la santa ha sido símbolo de fe y resistencia. Su historia, que combina el sacrificio y la devoción, sigue atrayendo a creyentes y curiosos que buscan conocer más sobre la joven que desafió al imperio romano para consagrarse a su fe, y cuya memoria sigue viva en Pachuca.