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La última vez que Celia vio a su hermana Enriqueta Josefina Dimas Serrano fue el 8 de junio de 1995. Lleva 29 años de su vida buscándola y aún no pierde la esperanza de encontrarla.
“Yo estoy buscando a mi hermana, sea viva, sea muerta, en la situación en la que esté, yo quiero saber de ella. Mi madre todavía está inquieta, a pesar de que pasan los años nunca la hemos olvidado”.
Enriqueta desapareció en Pachuca cuando tenía 31 años. En su ficha de búsqueda hay dos fotografías: una con el rostro joven, sin canas ni arrugas. La otra es una imagen recreada de cómo luciría a los 60 años, su edad actual.
De tez morena con ojos cafés, cabello lacio, corto, complexión delgada y estatura de 1.58, es como Celia describió a su hermana en el reporte 387-2021 que inició la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Hidalgo (CBEH).
El día que desapareció llevaba una falda floreada de color rosa, con una blusa y zapatos negros. En casa dejó a sus tres hijos, a uno de ellos lo había adoptado, pero ninguno la buscó, ni siquiera ya en edad adulta, explica Celia.
Momentos antes de aquel 8 de junio de hace casi tres décadas, Enriqueta había comenzado a tener problemas con su esposo. Él argumentaba que ella tenía afectaciones psicológicas.
“El marido la regresó a casa de mis papás, posteriormente iba a ver a los niños y empieza a molestar a mi hermana. En una ocasión que ella salió a verlo, ya no regresó. El señor no volvió a ir a preguntar por ella, no hizo ninguna denuncia por desaparición a pesar de que hasta la fecha están casados”.
Celia asegura que su hermana no tenía problemas mentales, por el contrario, la recuerda como una mujer trabajadora que se dedicó principalmente al comercio ambulante.
Por las calles de la capital vendía productos según la temporada, en primavera hacía raspados, en las fechas decembrinas elotes o tamales y en otras ocasiones realizaba costuras porque sabía de corte y confección.
En la familia de Enriqueta eran siete hermanos, dos ya murieron sin saber indicios del paradero de su familiar, los demás viven con la esperanza de encontrarla. Quien tampoco pierde la fe es su mamá, una mujer de 81 años.
“A veces cuando estamos comiendo nos acordamos de ella (…) Mi mamá en ocasiones se para en la noche a quererla ir a buscar, asomarse a la ventana. Mi papá tiene 11 años que falleció y se fue sin saber de su hija”. Enriqueta es un caso catalogado como “larga data” por la cantidad de años que tiene desaparecida. La CBPEH reportó al corte del mes de julio de 2024 la existencia de 589 expedientes con más de un año de antigüedad.
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