Con el clima como cómplice, cientos de personas disfrutaron de la noche mexicana entre gritos de ¡Viva México!, pero también entre los sones huastecos, los colores patrios y el olor a la comida entre las familias que sonríen a las fotos, porque coinciden que hoy Hidalgo motiva para la convivencia.

Los relámpagos en el cielo amenazaron con volverse fuertes lluvias como las de los últimos días en la zona metropolitana. Pero apenas eran las 7:30 de la noche y el río de personas seguía fluyendo hacia la plaza Juárez. Desembocaban desde la calle Cayetano Gómez, otras por Guerrero. La afluencia también venía desde Revolución.

Foto: Luis Soriano
Foto: Luis Soriano

Ya en la explanada de Plaza Juárez, la familia Cuéllar bajó desde el barrio mágico de El Arbolito para celebrar porque se siente la tranquilidad de caminar por el centro desde la llegada de la administración del gobernador Julio Menchaca Salazar.

Una de las integrantes de la familia es Yolitzy Sánchez quien trae puesto un vestido color rosa. Sonríe. Toma de la mano a su hija de apenas 10 años, quien trae un vestido igual, con líneas verdes, blancas y rojo. Y las botas les complementan el atuendo patrio. "Me siento muy feliz de ser mexicana", expresa con sentimiento Yolitzy.

A escasos 30 metros se distingue entre la multitud una mujer que sonríe con todas sus ganas. Es la señora Gina Badillo de la colonia Haciendas de Pachuca. La acompaña su hermana. Las dos presumen sus vestidos pero Gina se enorgullece aún más porque su vestido lo mandó a hacer especialmente para esta noche.



"Todo esto me hace estar muy contenta y de sentir nuestras raíces, nuestra tradición y que mejor que en un estado donde todavía hay tranquilidad para celebrar a nuestro México, a la bandera nacional", expuso la señora Gina.




Horas después, las personas que alcanzaron lugar en plaza Juárez cantan melodías norteñas, huapangos y sones huastecos. Los violines le cantan a la patria y las personas tararean el sentimiento mexicano. El escenario desde donde los artistas hacen escuchar sus instrumentos es imponente; grandes bocinas los resguardan porque llevan el sonido hasta cada oído de los soldados que en cada hijo dio el cielo a la Patria.


"Pero qué necesidad, para qué tanto problema, no hay como la libertad de ser, de estar, de ir, de amar, de hacer, de hablar, de andar así sin penas". Se apareció la alegría y melancolía de las canciones de Juan Gabriel. Y de pronto "esa es mi favorita, esa no porque lloro, qué bien canta. Y luego otra vez el coro de "Pero qué necesidad"...


En la zona de comida las personas caminan a paso lento. El reducido espacio está saturado ante los cientos de personas que en su paso respiran el olor a chalupas, flautas, pambazos, pozole y un calientito ponche que recuerda que la próxima fiesta ya está muy cerca.



Apenas llegan a un puesto de antojitos y el olor te inunda la nariz. Los colores son un deleite. La luz de los reflectores se cuelan en los pequeños espacios y el ambiente se vuelve agradable. Los colores de los puestos se suman a la fiesta: unos son rojos, otros amarillos, azules.


Entre risas y sabores las familias tienen todo lleno. Los comerciantes parecen no darse abasto. Las mesas están llenas y no hay prisa por acabarse una tlayuda oaxaqueña. Los cocineros no paran de preparar una y otra.


"Mami sabe bueno". Se refiere al algodón que disfruta un niño de seis años. Otra familia llega hasta donde está un hombre que parece hacer magia con los algodones; gira y gira hasta formarlo.


Y la rueda de la fortuna ya dio muchas vueltas y la fila aún es considerable. Otras personas lanzan el dardo y explotan globos pero no tienen la suerte de ganar un premio.


Hay gritos en el área de juegos mecánicos. Un grupo de mujeres jovencitas se subieron a uno que sube y baja a gran velocidad. La adrenalina es contagiosa ante el asombro de las personas que las ven disfrutar o sufrir, solo ellas lo saben.


Los niños se van a lo clásico. Un tiempo a caballo les figura andar en la pradera cabalgando. Y de pronto mueven las piernas para que el caballo corra a más velocidad. Y los papás "la foto, la foto, mira a tu mamá". Y los niños sonríen.



Esta noche no hubo preocupación porque la tranquilidad es innegable. Cientos de elementos policiacos resguardan el lugar. Las familias caminan entre la multitud. Con calma, porque saben que van a llegar a ver a Cañaveral y Julión Álvarez. Otros saben que se van a comer esos tacos o chalupas, o lo que se les antoje. La noche mexicana está en la capital hidalguense, con alegría, convivencia y tranquilidad.

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