Anteponiendo el lema de “nosotros somos los buenos”, el grupo de socios y trabajadores que encabeza Federico Sarabia Pozos, demandó a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) reinstale el sistema eléctrico en la planta Hidalgo de la Cooperativa Cruz Azul.
Y de cumplir ese mandato girado por el juez permitiría regresar a la actividad una planta que genera 10 mil toneladas de cemento al día mediante el empleo de mil 500 trabajos directos y otros tantos más indirectos.
Este detonante económico que se paralizó a partir del conflicto obrero-patronal como lo califica Sarabia Pozos, ya se muestra en la dinámica de Ciudad Cooperativa y de lugares cercanos que vivían de la derrama económica de esta planta. Al menos se dejaron de percibir 33 mil 600 millones de pesos.
Son muchos los funcionarios federales inmiscuidos en este conflicto, “porque existe alguna complicidad” y señalan de entrada a Manuel Bartlett, actual director de la CFE, quien se ha negado a cumplir con lo dicho por los jueces, bajo el supuesto de no tener la representatividad, aún cuando eso ya fue definido en juicio.
Sarabia plantea que, en este momento, “no existe manera jurídica para que se niegue el suministro”.
Acompañado por cuatro de los directivos, Sarabia Pozos se proclama junto con socios y trabajadores de Cruz Azul como víctimas del sistema de justicia, quienes a lo largo de estos últimos cuatro años han resultado afectados.
Desechó salir a las calles con manifestaciones para exigir sean cumplidos esos mandatos judiciales, pero planteó Sarabia que no cederán, “porque somos muy idealistas” hasta que se haga justicia.
Y mientras reiteran los dirigentes la necesidad de regresar a la producción de la planta Hidalgo, afuera del recinto, toneladas y toneladas de acero permanecen inactivas, en espera del suichazo que la active. Camiones llenos de polvo se quedaron pendientes de ser cargados y los grandes pasillos de cemento son limpiados por una cuadrilla de trabajadores.
Otros, bajo el calor que supera los 36 grados realizan trabajos de jardinería para no dejar caer la viveza que durante años significó a la Ciudad Cooperativa.
Las grandes tiendas de abarrotes, zapaterías, de ropa han cerrado sus puertas, dejando la algarabía para mejor ocasión, mientras se ve a gente que sale y entra de las unidades habitacionales, algunas en autos último modelo, “es que son los del otro bando, a ellos no les falta nada” y otros en combis y camiones foráneos, que son quienes están desempleados.
Estos contrastes se viven en una ciudad fundada el 2 de noviembre de 1931, que por su carácter de cooperativa sus socios alcanzaron buenos niveles de vida, conforme colocaban cada día mejor su cemento.
Ahora, languidece su economía, porque un juez no quiere cumplir con su papel.