En Tecozautla, reside un maestro artesano cuyas manos dan vida al enigmático brillo de la obsidiana. Vicente Trejo Morán, originario de la comunidad de Pañhe, ha dedicado su vida a la creación de piezas únicas, desde molcajetes hasta dijes y cuarzos de energía.

El Pabellón Artesanal de la Feria de San Francisco Pachuca, es el lugar donde Vicente exhibe sus artesanías. Aquí, los visitantes pueden maravillarse con piezas lapidarias que combinan utilidad y ornamentación.

El arte ancestral de la obsidiana por Vicente, un artesano de Tecozautla | Foto: Cinthya Carbajal
El arte ancestral de la obsidiana por Vicente, un artesano de Tecozautla | Foto: Cinthya Carbajal

El proceso detrás de estas obras de arte comienza con la búsqueda de pedazos de piedra negra, que luego son moldeados con precisión y paciencia. Utilizando discos de diamante, se les da la forma deseada, y un acabado impecable se logra con esmeril. El toque final se obtiene mediante el pulido con el mismo polvo resultante del proceso, preservando así el brillo original de la obsidiana.

"No desperdiciamos nada", enfatiza el señor Vicente. Las diminutas sobras de este meticuloso proceso son transformadas en dijes de diferentes colores, tamaños y formas, un testimonio de la destreza de un artesano que ve la belleza en cada fragmento.

“Tenemos el cuarzo rosa para el amor, el amatista es para convertir las malas energías a positivas y así cada color tiene su significado”, explicó Vicente.

El arte ancestral de la obsidiana por Vicente, un artesano de Tecozautla | Foto: Cinthya Carbajal
El arte ancestral de la obsidiana por Vicente, un artesano de Tecozautla | Foto: Cinthya Carbajal

A sus 54 años de edad, Trejo Morán ha dedicado la mayor parte de su vida a este arte. Su viaje en la obsidiana comenzó a los 16 años, cuando unos amigos provenientes de las pirámides de Teotihuacán le transmitieron la antigua técnica de labrar el vidrio volcánico. En Tecozautla, el arte de la obsidiana se ha convertido en una fuente de ingresos esencial, con alrededor de 50 talleres que enseñan esta técnica a los habitantes.

La materia prima para sus creaciones proviene de la comunidad de El Nopalillo, en Epazoyucan.

En una región donde las oportunidades laborales son limitadas, Vicente optó por el camino del artesano. A tiempo completo, sus manos modelan la obsidiana, y en sus momentos de respiro, se dedica a las labores del campo. La creación de una pieza grande puede llevar de tres a cuatro días de esmero y dedicación.

“El producto mexicano siempre es mejor, y nos hacen que llevemos un sustento o los alimentos para el hogar de cada uno”, invitó el artesano a que compren local.

Tras la Feria de San Francisco Pachuca, aquellos que deseen adquirir estas preciosas obras de obsidiana pueden hacerlo a través de las redes sociales de Vicente o visitando la tienda Hidarte.

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