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En la mañana de este Viernes Santo, la Parroquia de San Francisco, en Pachuca, se vistió de solemnidad y devoción con la conmovedora representación del Viacrucis infantil. Este evento, arraigado en la comunidad desde hace 38 años, congregó a aproximadamente 120 niños católicos, de entre 6 a 16 años de edad, quienes con fervor y entrega llevaron a cabo esta tradicional manifestación de fe.
Los pequeños, quienes son alumnos de la Escuela de Formación de la Fe y se preparan para recibir su primera comunión y confirmación, dedicaron cinco semanas de ensayos para dar vida a los diversos personajes que protagonizaron las etapas más significativas de la vida de Jesucristo, desde su aprehensión hasta su crucifixión.
Ema Sánchez Madariaga, misionera de la Cruz en la Iglesia de San Francisco, destacó la importancia de transmitir a los más jóvenes el significado profundo de la Semana Santa. Con emoción contenida, compartió que la interpretación de los niños durante la representación estuvo tan conmovedora que casi la hizo derramar lágrimas, recordando con nostalgia el paso de sus propios hijos por este mismo escenario.
"Yo les pongo 10, yo casi lloré porque a mí me tocó desde que mis hijos estuvieron aquí", expresó la catequista.
Esta tradición, arraigada en el Centro Histórico de Pachuca, ha sido parte fundamental del itinerario catequístico de los menores, quienes año tras año se sumergen en las actividades de la Semana Santa como una forma de fortalecer su fe y comprender el sacrificio redentor de Jesucristo.
En este sentido, Sánchez Madariaga extendió su agradecimiento al sacerdote Marcían Reyes García por su apoyo incondicional en la organización y realización de esta conmovedora representación, que recuerda a la comunidad la pasión y muerte de Jesucristo, quien entregó su vida para la redención de la humanidad.
Vivencias en el Viacrucis Infantil
En medio de la emotiva representación, tres jóvenes participantes compartieron sus reflexiones y experiencias personales, arrojando luz sobre el profundo significado que este evento tiene para ellos y su comunidad.
Jesús Ríos, de 13 años de edad, tuvo el honor de representar a Jesús de Nazaret en esta ceremonia. Con humildad y convicción, compartió su impresión sobre el papel que desempeñó: "Mi personaje fue crucificado por la salvación de nosotros, fue el enviado de Dios". Expresó un profundo orgullo al ser seleccionado para encarnar al protagonista de esta historia, deseoso de experimentar de primera mano el martirio de Jesús. Aunque la cruz que cargó no fue tan pesada, admitió haber terminado un poco lastimado del hombro, lo que le permitió conectar aún más con el sufrimiento de su personaje.
Luisa Romero, también de 13 años de edad, asumió el rol de María Magdalena, la fiel acompañante de la Virgen María en su doloroso recorrido. Con una fe arraigada desde su infancia, Luisa compartió su orgullo por participar en el Viacrucis, destacando la importancia de recordar los eventos que marcaron la Pasión de Cristo. Para ella, esta experiencia significó estar al lado de María en su sufrimiento, recordando el dolor que la madre de Jesús enfrentó al ver a su hijo crucificado. "Nos recuerda la fe que le tenemos a Jesús y representa todo el dolor que sufrió María al ver a su hijo, por eso la acompañamos en este dolor para que no esté sola", afirmó.
Wendy Naomi, de 12 años de edad, dio vida a un papel crucial en la historia: la madre de Jesús, María. Para ella, esta representación fue una oportunidad invaluable para comprender más profundamente los sentimientos y experiencias de Jesús en vida. Con un enfoque reflexivo, Wendy expresó la importancia de este evento como una forma de conectar con el sufrimiento y el sacrificio de Jesucristo.