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A Enrique Carbajal, conocido mundialmente como Sebastián, lo define una palabra: vocación. La misma que le ha permitido tener una sólida y persistente trayectoria artística, que recién cumplió 55 años de haberse iniciado; la comenzó a los 21 años de edad, en 1968, después de la matanza de estudiantes en Tlatelolco.
Tras participar en las protestas del movimiento estudiantil, se dedicó de lleno a la creación de sus emblemáticas esculturas, las cuales se han convertido en el rostro de las ciudades más importantes de México, entre ellas la de Pachuca, donde en febrero de 2015 se inauguraron cinco esculturas suyas, las cuales representan el viento, un elemento que históricamente ha caracterizado a esta ciudad a la que también se le conoce como la Bella Airosa.
Las cinco “esculturas pachuqueñas” de Sebastián son: Torbellino de sueños, Galerna de Santa Catarina, Céfiro de Gloria, Esfera Bórea y Rehilete de la vida.
Para celebrar sus 55 años de artista, Sebastián (Camargo, Chihuahua, 1947) presentó la exposición Chac Mool. Sebastián en el Museo Nacional de Antropología, en la que actualmente y hasta el próximo 3 de marzo pueden apreciarse 35 esculturas que se inspiran en la enigmática figura prehispánica.
La inauguración se realizó el sábado, 20 de enero, en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México y presentó el catálogo de la muestra, el cual incluye un texto del antropólogo Eduardo Matos Moctezuma.
A esta celebración, se suma un festejo más: su escultura Dragón Rojo, que realizó para el Concurso Mundial de Diseño del Zodíaco, será exhibida en China, con motivo del Año del Dragón, que se celebra este 2024.
Tras 55 años de creación artística, ¿cómo ve Sebastián a ese joven Sebastián, colmado de aspiraciones artísticas?
- Lo veo con un profundo respeto. Respeto al niño, joven y adolescente que me trajo aquí a estar contigo, porque tuvo la fortaleza, la visión y la vocación inquebrantable para poder recorrer el camino y no vencerse, hasta llegar a producir una obra desde 1968 hasta nuestros días. Lo admiro profundamente porque no se venció y me trajo aquí y me ayudó a ser lo que ahora soy.
“He trabajado durante toda mi vida pensando en que soy un escultor para hacer obra monumental urbana, que tiene la característica de estar en cualquier lugar del mundo, siempre y cuando esté en la calle, en el gran entorno, jugando con la arquitectura y el urbanismo; a eso me he dedicado toda mi vida”.
¿Cómo surgió la posibilidad para crear su escultura Dragón Rojo que será exhibida en China?
-Me invitaron e inmediatamente acepté porque tengo un cariño muy especial a la atmósfera del arte y mundo chinos. Lo diseñé con las reglas del carácter mexicano, pero involucrando toda la simbología de lo que es el dragón rojo asiático. Cuando lo hacía, pensaba en Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
“Es el producto de una visión mexicana hacia el mundo chino. Es un dragón en mi lenguaje, en mi código sebastino, con la geometría que aplico, pero que no deja de tener la imagen que venera la cultura y el mundo chinos, como esencia, luz, transformación y figura cósmica”.
¿Qué palabra lo define mejor?
-Es muy difícil, pero yo creo que sería vocación. Mi vocación es el camino de lo que he realizado en el mundo, que es la escultura monumental. Es una vocación inquebrantable, que no la destruye nada ni nadie, yo creo que sólo la muerte.
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