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Hoy, Pachuca recuerda uno de los episodios más trágicos de su historia: la Gran Inundación de 1949. Hace exactamente 75 años, el 24 de junio de 1949, una torrencial lluvia desató un desastre natural que dejó una marca imborrable en la capital hidalguense.
El desastre se originó en la cañada de San Buenaventura, al norte de la ciudad. La intensa precipitación causó un torrente imparable que desbordó el cauce del Río de las Avenidas, llevando consigo lodo, árboles, piedras y todo tipo de escombros que encontró a su paso.
En cuestión de minutos, el agua avanzó con una fuerza devastadora, golpeando y derrumbando casas, fachadas y puestos, sorprendiendo a los habitantes de Pachuca en un abrir y cerrar de ojos.
Se estima que en algunos sectores de la ciudad, el agua alcanzó una altura de hasta tres metros. El torrente culminó su destructiva carrera en las inmediaciones del Parque Hidalgo, donde dejó una gran masa de lodo y escombros.
La escena era desoladora: algunos cuerpos flotaban en el agua, otros estaban atrapados en el lodo, y varios permanecieron en calidad de desconocidos.
El trágico saldo de la Gran Inundación fue la pérdida de 55 vidas humanas, un evento que unió a la comunidad en un gran funeral para despedir a las víctimas. La ciudad quedó marcada no solo por la devastación física, sino también por el profundo dolor de la pérdida.
En este aniversario, la ciudad de Pachuca no solo recuerda a las víctimas, sino también reflexiona sobre la importancia de la preparación y la prevención ante desastres naturales.
A lo largo de los años, se han implementado diversas medidas para mitigar los riesgos de inundaciones y proteger a la población de futuros eventos catastróficos.
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