Es el mediodía y el sol ya está en el cenit. En el emblemático barrio de Cubitos, en la capital hidalguense, un grupo de al menos 250 personas camina apresurada en una dirección, se dirigen hacia la plaza principal donde se realiza representación del Viacrucis donde participan cerca de 50 vecinos como actores y actrices.


Se escuchan latigazos, gritos y de sufrimiento, en un lugar hay fe, devoción en cada lugar que está abarrotado, así es el sentir de los miles de personas que comparten la misma señal, se persignan en cada oportunidad, comparten miradas y asombro cuando azotan a Jesús, es el juicio frente a Poncio Pilatos, una de las principales escenificaciones del Viernes Santo.


Foto: Luis Soriano
Foto: Luis Soriano

Los que reciben los golpes sufren, se les ve el dolor y la angustia.

Cubitos se convirtió en una pequeña ciudad que revivió las últimas horas de Jesús y que lo representó en cada pasaje bíblico.

Se recordó la traición de Judas Iscariote y ahora viene el camino hacia el calvario bajo los intensos rayos del sol y el termómetro marca los 30 grados Celsius. El recorrido es de 2.5 kilómetros que llevará hacia el destino final, hacia la crucifixión, el cerro de la colonia donde ya están colocadas las tres cruces.

Las pronunciadas subidas no fue impedimento para que María Dolores y su hija Chelo - quien va en una silla de ruedas -, originarias de Tenango de Doria, acompañen la edición 53 del viacrucis que se realiza desde 1971.

Foto: Luis Soriano
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“Mi fe es muy grande y por eso vinimos desde allá para reflexionar y afianzar nuestra creencia hacia Jesús”, dice Chelo quien, a pesar de lo cansado del recorrido, mantiene una sonrisa imborrable en su rostro.


Las calles parecen venas y la multitud que recorre tras el cristo. Ahí va Moisés Quintero Ortega quien representó a Jesús, carga una cruz de 130 kilogramos sobre su espalda.


En las aceras de las calles, con paraguas, sombreros, gafas, los pachuqueños acompañan al hombre condenado; son cerca de 10 mil almas las que se congregaron en las aceras y hasta en las azoteas para no perderse el paso de Jesús de Nazaret: hay intriga, asombro, fotos y videos para registrar el calvario de quien representa al hijo de Dios.


Falta medio kilómetro para llegar al lugar de la muerte y los romanos no paran de escoltar al Jesús bajo los rayos del sol que caen a plomo. Va amarrado con una cuerda y el látigo se acostumbra a la espalda, ya se ven rayas rojas. Así es el camino en la escenificación de agresiones e insultos.

Clara Carmona es local, es del barrio y ya casi llega. Va subiendo el cerro, entre piedras desprendidas, tierra movediza y maleza seca.

Foto: Luis Soriano
Foto: Luis Soriano


“Es un sentimiento de fe estar aquí, cada año, para nosotros significa agradecimiento hacia nuestro creador, aquí el pueblo se reúne, aunque no conozcamos a los que acompañan”, cuenta Clara Carmona a El Universal Hidalgo.


La cara de Jesús es de agonía, hay sangre, hay sudor, cansancio y lágrimas de María, quien ve y sufre la crucifixión de su hijo. El calor está en su punto, ya están subiendo a Jesús hacia su muerte, la cruz no es tan alta, la muerte lo espera.

¡Bolis bien fríos!, ¡refrescos, quesadillas, pásele joven! ¡Chicharrones, tepache y algo más que se le antoje, mire pásele amiga!

Foto: Luis Soriano
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