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Cerca de cien evangélicos fueron desplazados de sus viviendas bajo el argumento que no contribuyen con el trabajo comunitario en favor de la iglesia católica a que están, dicen, obligados por usos y costumbres.
Actualmente se encuentran albergados en el Auditorio Municipal en donde son apoyados con alimentos por la alcaldía y grupos religiosos afines.
Las familias pertenecientes a la Iglesia Bautista Fundamental “La Gran Comisión” se vieron obligados a dejar las comunidades de Coamila y Rancho Nuevo el 26 de abril ante el acoso que padecían de sus vecinos, practicantes de la religión católica.
Entonces, acudieron a la presidencia municipal de Huejutla, Hidalgo, para pedir auxilio ante la intolerancia que sufren.
La situación fue relatada en un documento emitido por esa congregación.
Afirman que la crisis inició el 25 de marzo cuando en la cárcel comunitaria de Coamila fueron retenidos, el pastor Rogelio Hernández Baltazar y otros dos creyentes. Después de 48 horas de diálogo con la mediación de un delegado de la comunidad, se firmó un acuerdo y salieron libres.
Sin embargo, haciendo caso omiso del acta firmada, a principios de abril los residentes de Coamila comenzaron a invadir cinco terrenos de evangélicos-protestantes, destruyendo sus cosechas, cortando los árboles y removiendo piedra.
Además, tres casas fueron cercadas, impidiendo a los dueños entrar a sus viviendas y en varias ocasiones los creyentes fueron atacados físicamente, una vez con machete, y casi todas las noches intentaron derribar la puerta de la casa del pastor.
El problema de intolerancia religiosa se ha dado desde 2016, pues los residentes, mayoría religiosa, no quieren la presencia de ninguna religión que no sea la tradicional.
Los evangélicos siguieron cooperando en las obras de beneficio social, más no en las faenas para la iglesia católica y por eso fueron sistemáticamente despojados de sus derechos como el uso del camposanto, acceso de los niños a la escuela, acceso a los pozos de agua y a programas de gobierno, derecho de libre tránsito, cultivo y posesión de terrenos, además de múltiples agresiones físicas graves.
En distintas ocasiones, informaron a las autoridades, “pero nunca se recibió una respuesta efectiva, y la persecución religiosa ha seguido avanzando”.
Así fue como el 25 de abril, los habitantes de Coamila en conjunto con la comunidad de Rancho Nuevo, les cortaron el servicio eléctrico a todas las familias evangélicas, saquearon y cercaron el templo, y colocaron guardias en los accesos a la comunidad.
Afirman que los cristianos evangélicos que son una minoría religiosa, bajo amenaza e incomunicados, no tuvieron más remedio que salir caminando, dejando sus casas y terrenos.
Actualmente pernoctan en el auditorio municipal en dónde las autoridades de la presidencia de Huejutla, les están proveyendo agua y alimentos. Su intención es quedarse allí hasta que las autoridades den respuesta.