Marielena López Ordóñez, una mujer de 78 años originaria del municipio de El Arenal, con una mezcla de nostalgia y desazón, comparte una reflexión profunda sobre la realidad que enfrenta en esta etapa de su vida.
“Vivo con mis hijos, rodeada por ellos; entre paréntesis, soy feliz”, comenta con una sonrisa que rápidamente se desvanece al hablar de la soledad que la acompaña. Aunque encuentra consuelo en la compañía de sus nietos, el sentirse incomprendida por momentos por sus hijas y la tristeza de haber perdido a un hijo hace cuatro años, son dos situaciones inherentes en su día a día.
Este 28 de agosto se celebra el Día del Adulto Mayor en México, y así como Mariela hay en la entidad al menos 320 mil personas que tienen más de 65 años de edad, pero que al dejar de trabajar y comenzar la jubilación se transforma su entorno personal y social.
Marielena se describe como un “mueble que ya no sirve”, reflejando la sensación de inutilidad que la ha invadido desde que dejó de trabajar y de ser independiente. “Antes era mi vida muy distinta... siempre andaba yo trabajando, me sentía útil. Ahora me siento inútil porque no trabajo”, expresa con un tono de resignación.
Pese a sus palabras de tristeza, Marielena también nos deja un mensaje para las nuevas generaciones: “A los niños les diría que sean buenos hijos, buenos alumnos y que respeten a sus padres. Que vivan una vida plena y no se preocupen de llegar a mi edad”, porque es parte de la vida.
El Día del Adulto Mayor no es solo una celebración, sino una oportunidad para recordar la importancia de escuchar, comprender y acompañar a nuestros mayores. Como dice Marielena, “ojalá que visiten en este día a todos los de la tercera edad. Eso es lo que yo quisiera”, señala.
Este día es un llamado a la empatía, a reconectar con nuestros mayores, para que no se sientan como muebles olvidados, sino como pilares de experiencia y sabiduría en nuestras vidas.
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