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En Tula, la contaminación se ha convertido en una presencia constante.
Residuos industriales, aire enrarecido y aguas malolientes configuran el día a día de esta región, donde el río Tula y la presa Endhó despiden olores nauseabundos, y las operaciones de la termoeléctrica, la refinería y las cementeras generan gases tóxicos que contaminan el aire y amenazan la salud de los habitantes.
Residentes de Tula de Allende, expresó su frustración. La situación, tras años de quejas y denuncias de la población, ha propiciado que finalmente se dé el primer paso hacia una posible solución.
Recientemente, el gobierno federal anunció un decreto presidencial que impulsa un plan de restauración ecológica para mitigar los efectos de la contaminación industrial en la región.
Angélica Arellano, presidenta de la Red de Conciencia Ambiental “Queremos vivir”, explicó que esta medida responde a la necesidad de atender los daños causados por la termoeléctrica y la refinería, y señaló que “la refinería descarga sus aguas residuales en el río Tula, en pleno centro”, una práctica que preocupa a los habitantes.
El proyecto de restauración incluye la construcción de dos plantas de tratamiento de residuos orgánicos en un área de 700 hectáreas, lo que genera inquietud entre los residentes, quienes temen que el municipio se convierta en un destino para más desechos.
El presidente municipal de Tula de Allende, Christian Martínez Reséndiz, confía en que el plan ayudará a recuperar áreas afectadas, mientras el ayuntamiento trabaja de la mano con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que actualmente realiza estudios para evaluar el nivel de contaminación en la región.
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