Desde las seis de la mañana, Francisco Ortega Hernández agarra el volante del camión número 81 de la basura, para iniciar la jornada laboral, acompañado de sus tres compañeros.
Ellos tienen un " buenos días" en su rostro, pero a veces enfrentan el enojo de la gente; porque recoger la basura en la calle, a veces causa incomodidad para quien lleva prisa.
Desde los 14 años, el señor Francisco, originario de Tulancingo, se incorporó al área de limpia, en el que le toca trabajar jornadas de 10 a 12 horas para levantar bolsas de basura, desperdicios, y materiales residuales que le han impregnado a su ropa olores fétidos, pero que él, con el paso del tiempo se acostumbró, pues incluso a él ya le es incómodo utilizar guantes y cubrebocas.
El hombre ha cumplido 43 años trabajando al servicio de la población y durante ese tiempo, asegura que casi nada ha cambiado en la gente. Ahora son los hijos de aquellos que conoció de joven los que sacan su basura después de haber pasado el camión recolector.
Con su gorra roja y una playera negra, mientras manejaba su camión y ponía el altavoz para anunciar su llegada, el señor Francisco, narró que entre sus historias de vida, hubo una ocasión en que una persona sacó un bote de basura que en su interior tenía una bolsa cerrada, la cual contenía más de 180 mil pesos, misma que regresó a su dueña quien lo gratificó por su honestidad.
De igual forma, el trabajador recomendó que los vecinos fueran más conscientes de la manera que manejan los desperdicios.
Con secundaria abierta terminada, casado en dos ocasiones y con cinco hijos, dos de ellos, trabajando en la recolección de basura, Francisco Ortega, asegura que algunas veces ha recibido insultos por su tipo de trabajo.
El hombre reconoce que las veces que le han gritado “mugroso” o le han mentado la madre, él se enoja, pero luego se le pasa, porque sabe que su trabajo es importante en la sociedad