Hace 110 años, México vivió un episodio que marcó nuestra relación con Estados Unidos: la ocupación del puerto de Veracruz en 1914. Bajo el pretexto de evitar que armas alemanas llegaran al régimen de Victoriano Huerta, tropas estadounidenses desembarcaron en nuestras costas. Aunque aquella ocupación solo duró siete meses, fue un recordatorio de las tensiones históricas con el país vecino. Hoy enfrentamos otra amenaza, menos evidente pero igualmente seria: la intención de Donald Trump de imponer un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas.
A primera vista, una medida económica podría parecer menos agresiva que una intervención militar. Sin embargo, un arancel de tal magnitud afectaría gravemente a sectores clave de la economía mexicana y a millones de familias. Pero los costos no serían solo para México: también impactarían a Estados Unidos. Los consumidores enfrentarían precios más altos en productos esenciales, y su economía podría ralentizarse, afectando su competitividad global. Este tipo de medidas proteccionistas no solo dañan relaciones comerciales estratégicas, sino que también comprometen el liderazgo de Estados Unidos en el comercio internacional.
Ante esta situación, la presidenta Claudia Sheinbaum ha respondido con claridad y firmeza. No solo rechaza las amenazas, sino que ha presentado una estrategia integral: fortalecer la unidad nacional, diversificar nuestras relaciones comerciales y reducir la dependencia económica hacia Estados Unidos. Su postura refleja liderazgo y visión de largo plazo, enviando un mensaje claro de que México no cederá a presiones externas.
La comparación entre la ocupación de Veracruz y las amenazas arancelarias puede parecer extrema, pero ambas representan un intento de sometimiento. La diferencia radica en que hoy contamos con herramientas más sofisticadas para responder: la diplomacia, los acuerdos internacionales y una economía más diversificada. No obstante, para que estas estrategias funcionen, es fundamental una postura unificada como país y un liderazgo firme, que la presidenta Sheinbaum ha demostrado al asumir este reto con determinación.
México ha enfrentado grandes desafíos a lo largo de su historia y siempre ha salido adelante con dignidad. Más allá de las amenazas, este momento debe servirnos como una oportunidad para reforzar nuestra soberanía, replantear nuestra relación económica y consolidar nuestro papel en el mundo. Así como hace un siglo defendimos nuestra dignidad en Veracruz, hoy estamos listos para demostrar que México tiene la fortaleza y la visión necesarias para superar cualquier adversidad.
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