La Sustancia (2024), dirigida por Coralie Fargeat, nos presenta una historia impactante sobre el desdoblamiento de una mujer en dos versiones de sí misma, cada una viviendo de manera alternada ciclos de siete días sin memoria de la otra. Esta premisa, que parece propia de la ciencia ficción, tiene un poderoso eco en la realidad de México, donde millones de personas también viven divididas entre dos mundos opuestos: el de sus aspiraciones y el de las duras realidades sociales que enfrentan.
En México, la desigualdad no es solo una estadística: es una realidad palpable que afecta la vida cotidiana de millones de personas. En un país donde la brecha entre ricos y pobres es inmensa, muchas personas se ven obligadas a vivir en una especie de “doble realidad”. Por un lado, está la lucha diaria por sobrevivir en un sistema que parece diseñado para poner trabas, y por otro, el esfuerzo constante por cumplir con un ideal de éxito que se siente inalcanzable.
La Sustancia refleja esta dualidad con claridad. La protagonista no solo pierde el control de su vida, sino que se fragmenta, se desconecta de su propio ser. Esto no es muy diferente de lo que sienten muchas personas en México que, al enfrentarse a las presiones económicas, la precariedad laboral y la falta de oportunidades, se ven obligadas a adaptarse, a dividirse emocional y mentalmente.
Una de las realidades más crudas de México es que la vida no se vive en equilibrio. Las oportunidades no son iguales para todos, y mientras unos pocos gozan de privilegios, millones luchan por avanzar en un sistema que parece empujarlos hacia la marginación. ¿Cuántos mexicanos se sienten atrapados en un ciclo interminable, divididos entre el éxito que les prometen y las limitaciones que los atan?
En la película, la protagonista intenta reconectarse con su vida, pero se encuentra con que sus dos versiones están en conflicto constante. Esta es una metáfora potente de la alienación que muchos mexicanos enfrentan. Las presiones sociales, económicas y políticas fragmentan a las personas, las obligan a vivir divididas entre lo que anhelan y lo que realmente pueden lograr.
Las conclusiones de La Sustancia son dolorosamente relevantes para la realidad mexicana. Nos muestra que cuando las personas se ven forzadas a dividirse para sobrevivir, se pierde algo esencial. En México, esta división se ve en aquellos que deben migrar lejos de sus hogares en busca de trabajo, en los que aceptan empleos informales sin seguridad social, en los jóvenes que, a pesar de su talento y esfuerzo, no encuentran las oportunidades que merecen. Esta realidad, de alguna manera, fragmenta el alma de un país que lucha por reconciliarse consigo mismo.