La llegada de Hugo Chávez al gobierno marcó el inicio de un proceso de concentración de poder que socavó las bases democráticas de Venezuela. Una de sus primeras acciones fue la convocatoria a una Asamblea Constituyente en 1999, con el objetivo de redactar una nueva Constitución. Este nuevo texto legal permitió la reelección inmediata y concentrando el control del Estado en manos del ejecutivo.

Chávez aprovechó su mayoría en la Asamblea Nacional para aprobar leyes que restringieron la libertad de prensa, como la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Ley RESORTE), la cual impuso fuertes limitaciones a los medios de comunicación y facilitó el cierre de aquellos que eran críticos de su administración.

Uno de los ejemplos más claros del deterioro institucional fue la transformación del Consejo Nacional Electoral (CNE). Bajo el control del chavismo, el CNE dejó de ser un árbitro imparcial de los procesos electorales y se convirtió en una herramienta del gobierno para asegurar victorias electorales.

El proceso electoral de 2024 fue una clara continuación de las prácticas autoritarias implementadas por Chávez y perfeccionadas por Nicolás Maduro. En esta elección, la participación oficial fue de 46.5%, un número que ya de por sí indicaba un desinterés generalizado de la población en un proceso que carecía de legitimidad. Maduro se proclamó vencedor con un 61.7% de los votos.

Una de las tácticas más utilizadas fue la manipulación del registro electoral. Se denunció la inclusión de más de 1.5 millones de votantes ficticios, un número significativo en un país con una crisis migratoria que ha visto a millones de ciudadanos abandonar el territorio.

La inhabilitación de candidatos opositores fue otra táctica clave para asegurar la victoria de Maduro. Líderes opositores como María Corina Machado y Henrique Capriles fueron descalificados bajo cargos dudosos, eliminando cualquier competencia significativa. De los 12 principales candidatos opositores, nueve fueron inhabilitados o arrestados antes de las elecciones, dejando al régimen sin un verdadero contrincante.

El uso de recursos estatales para la coacción del voto fue otro componente crítico de las elecciones de 2024. Según informes independientes, más del 70% de los votantes que apoyaron a Maduro lo hicieron bajo la amenaza de perder beneficios sociales como el CLAP (Comité Local de Abastecimiento y Producción), que distribuye alimentos subsidiados en un país donde el 90% de la población vive en la pobreza.

Venezuela, que alguna vez fue un faro de democracia en América Latina, se encuentra ahora en la oscuridad del autoritarismo. La restauración de la democracia en este país parece un sueño lejano, pero es una lucha que no puede abandonarse. La resistencia interna y el apoyo internacional serán cruciales en los próximos años, en un esfuerzo por devolver a Venezuela su dignidad y futuro.

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