La zona metropolitana de Pachuca vive una transformación que deja huella, una intervención de gran calado, nada más y nada menos que 16 bulevares bien pavimentados a lo largo de 61 kilómetros e infinidad de calles, con una inversión robusta de 764 millones de pesos, se beneficia directamente a Pachuca, Epazoyucan, Mineral de la Reforma, Mineral del Monte, San Agustín Tlaxiaca, Zapotlán y Zempoala.

De ese billetote, 466 millones son de concreto hidráulico en 23 kilómetros, repartidos en los Boulevares Everardo Márquez, Minero, la avenida principal de La Loma, se invierten 229 millones de nuevo asfalto a 25 kilómetros en siete bulevares el Nuevo Hidalgo, Panorámico, Centenario, San Carlos, Nuevo Hidalgo a la altura de Villas de Pachuca, Ejercito Mexicano, el Pachuca Pachuquilla, y dos avenidas principales en Mineral de la Reforma; también se le mete mano a la imagen urbana, con 68 millones de pesos, se rehabilita y renuevan 13 kilómetros de tres bulevares el Felipe Ángeles sobre el IMSS, Everardo Márquez a la altura de Mineral de la Reforma y el de la Concepción, para que el cambio se vea, no es un simple retoque, es una transformación de concreto y asfalto bien puesto con todas sus letras.

Si algo saben los conductores es que, hasta hace poco, recorrer las calles de la zona metropolitana era casi como participar en un rally todoterreno, con baches del tamaño de cráteres lunares y vialidades que, con un poco de lluvia, se convertían en pistas de patinaje artístico, pero como bien dicen: “después de la tormenta, viene la calma”, y vaya que llega con fuerza bajo la administración de Julio Menchaca, no son simples rebacheos, es renovación completa de boulevares.

Vaya tarea que tuvo a bien dirigir la Secretaría de Infraestructura y que ahora le pasa la supervisión a la Contraloría, toda obra pública está bajo su lupa para que se haga bien, en tiempo y con la calidad prometida, no vamos solos en esta misión, contamos con el apoyo ciudadano en los Comités de Contraloría Social, que son los ojos vigilantes siempre atentos en los barrios, colonias y bulevares donde se realizan obras o acciones, gracias a ellos, la gente tiene voz y puede estar segura que lo que se construye realmente cumple con lo que necesita la comunidad.

El compromiso del Gobernador con la infraestructura urbana es evidente, y los resultados hablan por sí solos, los trabajos seguirán en otras zonas para garantizar vialidades de calidad en todo el Estado, aunque algunos bulevares aún están en sus últimos detalles, el avance es notable: Boulevard Centenario, Panorámico y Felipe Ángeles ya al 100%, mientras que Nuevo Hidalgo, Everardo Márquez y Minero están a punto de cruzar la meta.

Las molestias son inevitables, y más de un conductor ya soltó un suspiro o un grito atrapado en el tráfico, pero como dice Claudia Sheinbaum, “el cambio verdadero siempre incomoda, pero también siempre vale la pena”, hoy, más de 256 mil automovilistas disfrutan de estas mejoras, con traslados más rápidos y seguros.

Acciones que fortalecen la infraestructura estatal y contribuyen al ahorro y eficiencia del gobierno, cada peso invertido en obra pública tiene un retorno en calidad de vida para los Hidalguenses, en mejores servicios y en un entorno urbano más seguro y funcional.

Desde su llegada, el compromiso del gobernador fue claro, transformar las vialidades con obras de calidad no solo una manita de gato, más bien una reconstrucción completa a aquellas olvidadas por años, el resultado una capital hidalguense que hoy presume 167 obras y una inversión histórica de más de 2,521 millones de pesos, todo ejecutado por la Secretaría de Infraestructura.

Las vialidades y nuevos edificios públicos de Hidalgo viven una verdadera transformación, lo que antes era una odisea para conductores, motociclistas y peatones, ahora toma forma de un sistema de movilidad moderno y eficiente al servicio del pueblo, la Bella Airosa, se convierte en un referente de modernización urbana, un ejemplo de cómo la obra pública bien ejecutada puede cambiar el rostro de una ciudad, Hidalgo está en reconstrucción porque estuvo en demolición, hay cosas que transformar y hay cosas que reprogramar.

Reconstruir las zonas metropolitanas de Hidalgo implica mejores vialidades, restaurar la dignidad y estabilidad de los barrios y colonias afectadas como consecuencia de las lluvias, el viento, el crecimiento vehicular y el abandono de sus antiguos gobernantes.

Además de las obras públicas visibles, otro enfoque importante es la mejora de las instalaciones para el servicio público y las condiciones laborales para los trabajadores del gobierno, la construcción de nuevos edificios para evitar el gasto innecesario en rentas, por que se paga en rentas cada año 160 millones de pesos en 230 bienes inmuebles arrendados que andan por ahí sin ton ni son por toda la zona metropolitana, negocio de particulares y ex funcionarios públicos.

No solamente cambian las vialidades, cambia un paradigma, poco a poco, la Bella Airosa abandonada deja de ser vieja y se crea algo mucho más significativo: una moderna metrópoli con vialidades, autopista a los pueblos mágicos de la montaña y la sierra, tren suburbano eléctrico de pasajeros y de carga al aeropuerto y a la Ciudad de México, edificios inteligentes y aerobús a corto plazo, marcha próspera en su desarrollo, !viento en popa... y a toda vela! diría el bravo capitán; navega, Hidalgo al progreso sin temor, que el enemigo olvidado atrás quedó, ni tormenta, ni crítica infundada, tu rumbo a torcer alcanzara, ni siquiera para contener tu transformación.

No son seis, son 16 bulevares y cientos de calles solo en la zona metropolitana de Pachuca, más los de las demás metrópoli del Estado porque ninguna se abandona; en total con esta administración cada año tres mil obras al servicio del pueblo y continúa su desarrollo en coordinación con el gobierno federal, carreteras y avenidas con menos tráfico, menos accidentes y progreso y desarrollo.

Así que, si el tráfico te saca canas verdes, aguanta un poquito más, pronto, manejar en Hidalgo será un placer, sin sobresaltos ni brincos, porque, al final del día, como bien dicen en mi pueblo: “No hay mal, ni calle sin pavimentar que dure cien años”.

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