Aquí estamos, pueblo querido, un año después de arrancar esta columna de opinión que intenta dar voz a la vida de nuestras calles, nuestras costumbres y hasta nuestros sueños, “El Barrio Me Respalda” celebra su primer aniversario, y qué mejor día para festejar que a días de celebrar el Nacional del Libro, que se conmemora cada 12 de noviembre, fecha instaurada en 1980 en honor al natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz máxima exponente de la literatura mexicana, oportunidad para recordar el poder de la palabra escrita y honrar al libro, amigo fiel que nos acompaña a lo largo de nuestra vida.
Instituciones académicas, culturales, museos, plazas y calles, en todo el país organizan festivales, exposiciones y ventas de libros para celebrar, es una ocasión para recordar el impacto de ese objeto tan simple y poderoso, capaz de transmitir conocimiento, emociones e historias de una generación a otra, en esta fecha, el libro se vuelve protagonista, y con él, los cuentos y las historietas que nos dan identidad y permiten conocer el mundo a través de otras miradas.
El cuento, esa narrativa breve que puede atraparnos con una historia en apenas unas líneas, pieza fundamental de nuestra tradición literaria, piensen en “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, de Augusto Monterroso, un cuento de solo 7 palabras, pero que nos hace pensar en lo que es real, lo que es eterno y lo que permanece, incluso después de la última palabra, así es el cuento: una chispa de creatividad que prende una llama en la imaginación, el cuento vive en los libros impresos y llega a nosotros a través de otros medios, como la historieta, ese género que combina palabras e imágenes para contar historias de una manera visual y entretenida.
Incontables los cuentos e historietas en toda la historia de la humanidad, los que a mí generación les tocó disfrutar son famosos como: El Principito, La Odisea, Juan Salvador Gaviota, Un Carcaj Lleno de Flechas, Blanca Nieves, Caperucita Roja, El Patito Feo, Pinocho, La Cenicienta, Batman, escritores en el mundo como Andersen, Julio Verne, Italo Calvino, Edgar Allan Poe, Miguel de Cervantes y Charles Dickens.
Las generaciones de antaño recordarán los días en que se devoraban cuentos como El Popol Vuh, El Conejo en la Luna, La Llorona, Memín Pinguín, Crí - Crí, Kaliman y Los Supersabios, era otro México, las revistas de monitos o “muñequitos” como solíamos llamarlas llenaban tardes enteras, y no había barrio que no tuviera a alguien vendiendo estas joyas narrativas en la esquina.
México dio grandes autores y obras que aún resuenan en el tiempo, como Chava Flores, Yolanda Vargas Dulché, Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Gabriel Vargas, quienes con sus letras y sus trazos retrataron personajes y momentos que reflejan no solo a individuos, a una sociedad completa.
Entre los cuentos e historietas de los Hidalguenses de los más recordados son Gabriel Vargas, creador de La Familia Burrón, una historieta que representa de manera fiel la vida en el barrio mexicano, con humor, crítica social y una dosis de cariño por la cultura popular; Al Cielo por Asalto de Agustín Ramos, Leyendas del Gato Seco de Felix Castillo, El Real Reglamento de las Cruzadas de Leyendistas Urbanos, Las Tradiciones y Leyendas de Menes Llaguno, quedaron impresas en nuestras mentes y son parte de nuestro imaginario colectivo, aunque el tiempo cambió su forma de llegar a nosotros.
La evolución alcanzó a las historias y libros, hoy en día, los cuentos y las historietas ya no se encuentran en los anaqueles de las librerías o en las revistas apiladas; navegan por el vasto océano del internet, en redes sociales, en videos de TikTok, en hilos de Twitter, y hasta en podcasts que relatan desde leyendas urbanas hasta anécdotas de la vida cotidiana, el cuento se adaptó, cambió de forma, pero su esencia sigue intacta, sí, algunos pueden sentir nostalgia al ver que los libros impresos están desplazados poco a poco por formatos digitales, y que las historietas ya no ocupan los puestos que antes dominaban, pero, al final del día, la historia sigue viva, encontró otros medios y caminos para llegar a nosotros.
Un ejemplo de esta evolución en Hidalgo es el Museo de Miniaturas del Castillo de Dragones, ubicado en Pachuca, museo que es un paraíso para los amantes de las historias, pues alberga más de 200 cuentos cortos, cada uno de ellos relata un mini mundo lleno de detalles y vida, 10 de estas miniaturas se convierten en historietas ilustradas, gracias a una colaboración con el talentoso Alejandro Rodríguez Martínez, un ilustrador que seguramente muchos recuerdan por su trabajo en El Libro Vaquero, aquella historieta que, en su época dorada, vendía más de un millón de ejemplares a la semana, con capacidad de transportarnos, de hacernos reír, reflexionar o, simplemente, de darnos un buen rato de entretenimiento.
La evolución de estos géneros narrativos guardan la misma esencia de siempre, el mundo del diorama, la fotografía, la televisión, el cine, los videos en redes sociales, el stop motion, los podcasts y las aplicaciones de inteligencia artificial, el cuento y la historieta encuentran nuevas maneras de llegar al público, las historietas impresas del Museo de Miniaturas, por ejemplo, incluyen títulos como La Leyenda del Rey Dragón, La Inquisición, El Xantolo y el Mictlán, Cuento de Navidad y Belén, se espera que pronto salgan nuevas historietas impresas, como El Circo Beas, El Payaso Ricardo Bell, Leyendas de Pachuca, Leyendas de Hidalgo y Guerra en las Estrellas, para mantener viva la tradición de leer cuentos impresos y digtales.
Así que, el 12 de noviembre, hagamos un espacio en nuestra agenda para sentarnos y celebrar, no importa si preferimos un libro impreso, con el aroma a papel y tinta fresca, o un eBook en nuestro dispositivo favorito; lo importante es sumergirnos en las palabras y dejar que cada historia nos lleve a mundos imaginarios, nos haga reflexionar sobre el nuestro, o simplemente nos dé un buen rato de disfrute, el libro, en cualquiera de sus formas, es el vehículo perfecto para la imaginación, y cada historia, cada personaje, cada ilustración nos recuerda que, al final, todos llevamos dentro un pequeño narrador, listo para contar, para compartir, para imaginar.
Es el momento de honrar la diversidad de géneros que nos ofrecen los libros: poesía, novela, cuento, ensayo, historieta, leyenda… la lista es tan infinita como nuestra capacidad de soñar, este Día Nacional del Libro, rendimos homenaje a los grandes clásicos de la literatura y a esos pequeños cuentos e historietas que dan color a nuestras vidas y que, aunque el tiempo pase y el mundo cambie, siguen vivos en nuestra memoria y en nuestros corazones.
Mi gente querida, sirvámonos un buen café, busquemos ese rincón donde estemos a gusto y celebremos, cada uno de nosotros tiene una historia que contar, una anécdota que compartir, un “puro cuento” que se convierte en parte de lo que somos, ¡a festejar este Día Nacional del Libro, porque el barrio nos respalda, y cada historia que contamos es una muestra más de que, aunque el mundo evolucione, la palabra es nuestra mejor aliada!
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