¡Qué tal, mi gente! Hoy con la pluma afilada, el oído puesto en el pueblo y el corazón donde debe estar: con el barrio; les traigo una nota que merece grito, fiesta y hasta cuete al cielo; no, no es choro, por fin se hizo justicia a nuestros pueblos indígenas, no hablo de discursos bonitos, hablo de lana, de billete, de recurso directo para que las comunidades decidan cómo mejorar su propia vida, sin intermediarios ni padrinos políticos.
El Gobierno le dio luz verde al Componente Indígena del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (CIFAIS), un nombre técnico, sí, pero que significa algo muy claro, que el dinero por fin baja y por disposición constitucional, hasta donde debe llegar, al barrio pues, en este caso a los pueblos originarios de nuestro México, ahora tienen voz, mando y poder; por primera vez en la historia, más del 10 por ciento del FAIS que antes se repartía como caía a veces a capricho de los presidentes municipales o de diputados con ínfulas de benefactores, ahora se va directo, sin escalas, a las comunidades indígenas marginadas y pobres.
La cifra no es menor, hablamos de una bolsa de 12 mil 374 millones de pesos para el 2025, que se repartirá entre casi 15 mil comunidades registradas en el Catálogo Nacional de Pueblos Indígenas, en promedio, cada comunidad se lleva casi un millón de pesos; pero ojo, que es parejo, es justo, algunas recibirán de 85 mil a 15 millones de pesos, depende de su tamaño, número de habitantes y necesidades, así que nada de favoritismos, la asamblea manda, el pueblo decide.
¿Y en van a usar esa lana? pues en lo que más falta; agua potable, alcantarillado, drenaje, letrinas, caminos rurales, infraestructura básica, ollas de captación, proyectos que realmente transforman la vida cotidiana y si usan la lana en los materiales de la región, sin costos de intermediación de constructoras y, ellos como siempre solidarios aportan la mano de obra pues su inversión sabemos que se triplica, la cereza en el pastel y aquí viene lo sabroso, es que los proyectos los deciden las mismas comunidades indígenas, nadie más; ya no hay que rogarle al alcalde ni esperar a ver si el diputado se acuerda y regresa a agradecer el voto, ahora, el progreso está donde siempre debió estar, en las manos del pueblo.
Y por si fuera poco, la administración del dinero también queda en casa, cada comunidad abrirá su cuenta bancaria mancomunada, con un comité de administración indígena con gente de ahí mismo, una responsable, una tesorera y un presidente, aunque en este caso, las que mandan son ellas, porque sí, es tiempo de mujeres, las jefas del rancho, las que mandan en casa, las que nunca fallan, las que estiran el peso, las que saben que no se puede gastar en lo que no se necesita, así que señores funcionarios, asesores, constructoras, vivillos desde chiquillos ni se asomen, esta lana no pasa por ustedes.
En Hidalgo, por ejemplo, tenemos más de mil comunidades indígenas que recibirán 900 millones, en promedio, 850 mil pesos cada una, suena bien, pero si el dinero se aplica sin chunches ni diezmos, y se incrementa con la mano de obra comunitaria pues alcanza y sobra, no me creen, basta ver ejemplos donde ya se probó este modelo,caminos rurales bien hechos, sistemas de agua que funcionan, "escuelas y clínicas nuestras" rehabilitadas sin inflar facturas, es más, en otros tiempos o como decía un clásico, en otros países esa lana se la daban a los diputados para “gestionar”, y acababa más en publicidad que en proyectos, ahora, eso se acabó.
Pero también hay que decirlo con todas sus letras, aunque existe mínima y fácil comprobación del dinero, esto no es un cheque en blanco, habrá comité de vigilancia indígena, contralorías sociales, servidores de la nación, vecinos chismosos y hasta envidiosos de otras comunidades, visores de cómo cada comunidad indígena gasta sus pesos, y está bien, porque la transparencia no es desconfianza, es responsabilidad, que se gaste bien, que se rinda cuentas, que se hagan cosas útiles, y sí, que se haga fiesta, pero con lo que sobre, no con lo que hace falta.
Y si inquieta eso de que el pueblo administre sus recursos, pues le recuerdo que nuestros pueblos indígenas llevan siglos organizándose en asambleas, con decisiones en colectivo, sin partidos ni politiquería, así que no hay qué dudar, el pueblo sabe y el pueblo puede, y ahora que tiene con qué, ya no hay pretexto.
Así que, mi gente, celebremos este acto de justicia social que comandan nuestra presidenta y gobernador, es un paso firme hacia la autonomía, hacia el respeto real, no simbólico, porque se trata ademas de reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público, de ponerles el recurso en la mano y confiar en que sabrán usarlo mejor que cualquier burocracia de escritorio, sin que este recurso le reste la posibilidad de que el municipio, estado y federación además les destinen obras y programas porque la meta es acabar con la pobreza indígena.
La constitución en el artículo 2, establece que la nación mexicana reconoce los derechos de los pueblos indígenas y ahora más que nunca, los pueblos mandan, se acabó el tiempo de la limosna y del favor político, comienza el tiempo de la dignidad y de la decisión desde abajo, como dirían, “quien parte y reparte y se queda con la mayor parte... pero esta vez, la única parte se la queda en Hidalgo la comunidad; Náhuatl, Otomí y Tepehua".
¿Ya sabes qué hará tu comunidad indígena con ese millón?, porque el futuro ya no se espera, se construye desde el pueblo, con la "Ley General de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas".
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