Revisando el periódico “El Observador” del 7 de enero de 1924, encontramos en primera plana una nota titulada “La tragedia en la calle de Morelos. En el vértigo fatal de la muerte, el Inspector E. Leines, se bate cuerpo a cuerpo. Pedro Ruiz y Antonio Torres, arremolinados en la hecatombe brutal de su ira, pagaron su tributo a la vida.” Es interesante mencionar como una nota de esta naturaleza, fue colocada en primera plana, considerándola como un acontecimiento extraordinario del cual debía de mantenerse informada a la sociedad de entonces, mediante el establecimiento de una comunicación entre las autoridades y el público a través de los hechos narrados. Transcribimos la nota a continuación:

“El Observador”, se había abstenido en dar a la publicidad los sucesos de la calle de Morelos, esperando tener los datos necesarios y no aventurar ninguna versión que pugnara con la verdad.

Para el efecto, hoy estuvimos a entrevistar al Inspector General de Policía, el Sr. Ernesto B. Leines, para que se sirviera hacernos algunas declaraciones al respecto; así como también a otras personas que tuvieron oportunidad de presenciar los acontecimientos, y de quien obtuvimos los más variados comentarios.

Desde luego el Sr. Inspector se sirvió aclararnos lo siguiente: Como a las 19:15 minutos de la noche, regresaba de buscar al Sr. Gobernador, que tiene su domicilio particular en la esquina de las calles de Morelos y Arizpe, cuando oyó unos disparos de revólver que se hacían en la sexta calle de Morelos y primera de Alatriste, por lo que el propio Inspector ocurrió a ese lugar y trató de imponer el orden, sujetando a uno de los escandalosos por la mano derecha y tratando de desarmarlo; pero cuando tal acontecía, otro individuo disparó violentamente sobre el Jefe de Policía sin hacer blanco, lo que obligó a éste a repeler la agresión haciendo uso de su pistola, suscitándose un verdadero tiroteo entre los dos individuos y el Inspector de Policía, que hacía esfuerzos sobrehumanos para contrarrestar el prolongado fuego de sus agresores.

El Observador Hidalgo I Foto: Bonfilio Salazar
El Observador Hidalgo I Foto: Bonfilio Salazar

El Inspector de Policía a dos fuegos. El combate, que tal puede llamarse, duró aproximadamente siete minutos, viéndose que el Jefe de la Policía estuvo contestando durante este tiempo el fuego de los dos individuos de que se trata, y los cuales casi disparaban uniformemente, teniendo a aquel cogido a dos fuegos.

Se acaba la carga del Inspector. Así las cosas, llegó un momento en que el Inspector tuvo necesidad de cargar de nuevo su pistola, pues todos los cartuchos habían sido quemados, teniendo, por tanto, que soportar los disparos de los contrincantes sin poderlos contestar.

Pero, al cano de uno o dos tiros de los adversarios, la carga de éstos se terminó, y ambos contendientes se preparaban para continuar el encuentro, que diera al traste con la tragedia.

Cómo fueron muertos los agresores y quienes eran. Acto continuo se oyó un disparo, un proyectil lanzado por el Sr. Leines, fue a herir gravemente en el carrillo derecho más un segundo tiro le perforó el cuello, cayendo desde luego en estado moribundo. Pocos minutos después falleció. Esto sucedía precisamente cuando el otro compañero del muerto, Pedro Ríos tomó el rumbo de la calle de Alatriste.

En la pulquería “La Barca”. Pedro Ríos, en su marcha por la calle de Alatriste, llegó a la pulquería denominada “La Barca”; propiedad del señor Pedro González; se introdujo en ella y procedió a concluir la carga de su pistola.

El propietario le hizo ver a Ríos que no era conveniente que hiciera tal cosa en su establecimiento, dado que lo comprometería, pero Ríos se limitó a contestar: “Nada más voy a cargar mi pistola que me vienen siguiendo”.

Viendo el Sr. González que algo grave ocurría y a efecto de salvaguardar su responsabilidad, procedió a cerrar las puertas de su establecimiento, inmediatamente después que hubo salido Ríos.

El segundo muerto. Pedro Ríos salió decidido a acabar con la vida del Inspector, por lo que inmediatamente disparó su pistola, pero el Sr. Leines previniendo el momento ya venía listo para cualquier evento; y descargó su pistola, logrando salvar rápidamente su cuerpo, e incrustando dos balas, una en la cara y otra en el hombro derecho.

El Observador Hidalgo I Foto: Bonfilio Salazar
El Observador Hidalgo I Foto: Bonfilio Salazar

Inmediatamente Ríos se desplomó al suelo, y, al cabo de unos segundos expiró. Este último encuentro se registró frente a “La Barca” precisamente.

Se da aviso a la Comandancia. Comprendiendo la gravedad de los acontecimientos, el Sr. Leines dio aviso telefónico a la Comandancia, y minutos después se presentó el Sr. José Frías, Comandante del Cuerpo de Policía, en compañía del guardián no. 8 César Zambrano. Se procedió a levantar el acta respectiva y los cadáveres fueron remitidos al Hospital Civil.

El Inspector combatió solo. Olvidábamos decir para aclarar alguna versión callejera, que en los momentos de lucha como lo hemos narrado ya, el señor Leines combatió sin la ayuda de nadie, pues los agentes Joaquín Furlong y Manuel Solís, que venían con su Jefe, se quedaron como a cien metros de distancia, atrás antes de los sucesos, arreglando no sabemos que asuntos, pero el caso es que cuando llegaron junto al Inspector, ya todo había concluido.

Un herido más. Como el encuentro del señor Leines y Ríos, se llevara a cabo precisamente frente a “La Barca”, y en los momentos en que el señor Pedro González, propietario de la pulquería cerraba la puerta a su establecimiento, una de las balas que dieron muerte a Ríos, pasó a herir al Sr. González en el antebrazo derecho. Para ampliar las declaraciones en el acta que se levantó al efecto, el herido declaró que los hechos frente a su cantina ocurrieron del mismo modo que los hemos narrado.

En el hospital. Estuvimos hoy igualmente en la mañana en la Sala Talavera del Hospital Civil, a donde se encuentra el Sr. Pedro González, curándose de una herida que le causara una bala perdida, … que desconoce en lo absoluto el motivo de la “balacera”, pues que él sólo pretendió cerrar su cantina denominada “La Barca” y al hacerlo penetró uno de los perseguidos, queriendo cargar de nueva cuenta su arma, saliendo por la puerta que se haya por un “gallito de agua” y al penetrar se sintió herido del brazo derecho. Que no sabe cuál fue el motivo, ignorando por completo lo sucedido.

Nos despedimos de él, y nos encaminamos al azar, encontrando por aquellos lugares, algunas personas que comentaban lo ocurrido; predominando entre ellos la versión de que el Inspector obró en su legítima defensa.

En otras fuentes de información. Por las calles de Santiago, tuvimos la oportunidad de platicar con varias personas, parientes de los finados y al saber que se trataba de informes para la prensa, no quisieron decirnos nada, pues temen que sus declaraciones los comprometan en el terreno de las averiguaciones.

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