Luego de una serie de cuestionamientos, provenientes de diferentes sectores de la sociedad, el Senado de la República, decidió postergar la discusión de la iniciativa de Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión.
La ola de presiones, acusó que la propuesta de regulación pondría en riesgo el derecho constitucional de las y los ciudadanos al ejercicio de la libre expresión.
En legítima respuesta, el gobierno en turno ha sido enfático en que la iniciativa no tiene como finalidad coartar esta libertad ciudadana.
Pero el tema de esa iniciativa que más preocupación generó, es el relativo a las facultades que tendría el gobierno para bajar algunas plataformas digitales, “un artículo que debe modificarse o eliminarse porque la censura no es el objetivo de la ley”; la presidenta Sheinbaum fue puntual al afirmar que la libertad de expresión no está en riesgo.
Esta vez, la “artillería pesada” ha sido dirigida contra el gobierno en turno emanado de Morena, pero no es la primera vez que ocurre en el país, pues en los tiempos de los gobiernos tricolores, cuando se pretendió legislar el tema, funcionarios emanados del PRI fueron igualmente “linchados”.
Un antecedente respecto la presunta intención de censura, ocurrió con la “añeja” iniciativa que subió al pleno del Senado, y que después debió retirar Omar Fayad Meneses, entonces representante de Hidalgo ante el Pacto Federal.
En 2015, al pertenecer a la Comisión de Seguridad en el Senado, Fayad Meneses, focalizó la intención de regular las redes sociales, las páginas de internet y otras formas de comunicación digital, desde la perspectiva de proteger la seguridad de todas y todos los usuarios de esos instrumentos de información.
Así las cosas, el asunto no puede confinarse a una discusión de filias o fobias de partidos, de credos, o de ideologías, pues entonces el gobierno panista de Querétaro se hubiera salvado de toda crítica, cuando prohibió el uso de teléfonos celulares en las escuelas de educación básica, porque en estricto sentido, la medida vulnera el derecho de las personas a la información.
Pero si anteponemos el interés nacional, resulta urgente la construcción de un debate, porque en los asuntos de la internet, las redes sociales y todo lo inherente a la comunicación digital, está de por medio la seguridad, tanto del país como de las personas.
Cierto es que en la medida que “galopan” las comunicaciones digitales, exponencialmente crecen los ciberdelitos, las diferentes formas de violencia digital contra las mujeres, las extorsiones, y el reclutamiento criminal de personas que vía Facebook hacen los grupos delictivos.
¿O acaso ya olvidamos la triste realidad narrada por las madres buscadoras en torno al rancho Izaguirre de Teuchiutlán, donde las redes sociales fueron el instrumento de reclutamiento?
Así las cosas, la iniciativa de ley debe privilegiar la construcción de foros de consulta ciudadana, que pongan fin a las fakes News, y a las prácticas que desde el anonimato en Facebook difaman y calumnian, lejos de toda ética y rigor que el verdadero periodismo exige; si la discusión es por ahí, entonces el “invierno” en México estará muy lejos.
SE LO PONGO POR ESCRITO
Y si el Día del Trabajo se estilara en México con productividad como en Japón, y no con marchas corporativistas “absurdas”, tal vez el país no estaría hundido en el tercer mundo; Tal vez.
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