Bajo las faldas de la mujer mejor posicionada para arribar a la presidencia de la República, el Grupo Universidad hace campaña para conservar sus privilegios políticos a través de interpósitas personas.

Salvo el Partido del Trabajo, expresión que hoy manejan como franquicia, en ningún otro partido son bien recibidos los afines a Gerardo Sosa, líder de la “decapitada” Garza de Abasolo.

En decenas de anuncios espectaculares, distribuidos por toda la geografía estatal, las y los candidatos emergidos de este grupo fáctico, se anuncian como “apóstoles” de la denominada 4T.

Así, los abanderados del “clan”, amén de pretender confundir al electorado, hacen todo por conservar las posiciones y privilegios que por décadas mantuvieron lo mismo con el partido “guinda”, que con el PAN y con el PRI.

Por ejemplo, a la abogada Lidia García Anaya, que es diputada federal, se le conoce por su carrera académica y su fidelidad al Grupo Universidad, vía el Patronato Universitario, órgano que le absorbe una buena parte del tiempo que debiera destinar a sus obligaciones como gestora.

Luego de ser reelecta como diputada federal por el distrito VI, jamás se le volvió a ver con la frecuencia de su campaña, en barrios, comunidades, fraccionamientos o colonias de Pachuca o Tizayuca, municipios que son parte del distrito para el que fue electa.

En esas localidades, sobran los ciudadanos que no la conocen y que aseguran que los resultados de la representante popular han sido deficientes.

Aunque García Anaya lleva el atuendo “guinda”, su reelección se debió a las presiones del PT en Hidalgo; su desempeño como legisladora está expuesto al escrutinio.

Flor Nochebuena Manuel, una mujer indígena, originaria de Xochiatipan, un municipio pobre y marginado, enclavado en la Huasteca hidalguense, dio recientemente una muestra de valentía, al afirmar que el PT en Hidalgo, está “secuestrado por un grupo”.

Flor Nochebuena, sin pronunciarlo, evidentemente se refería al “clan” universitario y con determinación, decidió renunciar a la candidatura por la alcaldía de Xochiatipan, al señalar con todas sus letras, que no estaba dispuesta a ser partícipe de corrupción ni de cacicazgos.

Aunque en los anuncios espectaculares, Sosa y sus afines utilizan la imagen de la candidata presidencial, para esta valiente mujer de raíces indígenas, el PT no está alineado al proyecto de la doctora Sheimbaum y el resentimiento y odio que prevalecen en el partido de Noroña, lo hacen contrario a las aspiraciones de Hidalgo.

El Partido del trabajo “está cooptado, secuestrado, y esas prácticas en Hidalgo ya no tienen lugar”; cada palabra de Flor Nochebuena es una señal de alerta.

Humberto Verás, un médico que de la rectoría se convirtió en diputado local, es otro de los pésimos ejemplos de este grupo, que a meses de ser electo representante popular abandonó el cargo y se olvidó de los votantes, que en 2018 le dieron la confianza.

Hoy, Humberto Veras quiere ser presidente municipal de Pachuca por el PT y pese a su ineficiente labor como diputado local, parece no importarle que la ola que lo llevó a la curul en 2018, le perdió completamente la confianza.

Luego entonces, ¿Cómo para que votar por Damián Sosa o por Humberto Veras? Si la experiencia indica que sus intereses son estrictamente de grupo, antes que velar por los reclamos ciudadanos.

Estas son algunas, pero sobran razones para no votar, para no votar por el PT, por la franquicia del “clan Sosa”.

SE LO PONGO POR ESCRITO

Domingo 26 de mayo, 40 mil personas “pintan” de guinda la explanada de la Plaza Juárez; lunes 27 de mayo, 6 mil personas tiñen de rojo, azul y amarillo el palenque de Pachuca; ¿Se replicará la tendencia el 2 de junio?

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