Jorge Leonel. Ese día lo recogieron muy temprano en el Metro Pantitlán. Había estado preso en el reclusorio sur por robo de vehículos y delitos contra la salud. Tenía una deuda que ascendía a varias decenas de miles de pesos. Para saldarla, alguien le propuso “un jale”.
Él aceptó. Le dieron una pistola 9 mm. No sabía a quién iba a matar. Según dice, no supo que había asesinado al jefe de la Unidad Estratégica Táctica y de Operaciones Especiales de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Milton Morales Figueroa, hasta que el asunto rebotó en los medios.
Aquella mañana lo llevaron a una bodega en Ejidos de Tequisistlán, en el municipio de Teozoyuca, en el Estado de México. La habían rentado, con una credencial falsa del INE, Armando “N” y su hijo, apodado El Gordo.
Ahí estaban, entre otros, tres sujetos apodados El Pinto, El Manco y El Bombón, así como un individuo identificado como Juan Carlos “N”.
El Bombón llevaba una mochila negra en la que iban las armas. El Manco las repartió: “Quien lo tenga más cerca se avienta el jale, tiene que quedar ese asunto hoy”, les dijo.
Agregó: “Una vez hecho el jale nos regresamos hasta aquí… yo le voy a estar avisando a Armando y una vez terminando les doy su lana”.
A bordo de varios vehículos con placas sobrepuestas, entre estos un Vento y dos Aveo, así como dos motocicletas, el grupo salió rumbo al municipio de Coacalco. Cámaras de vigilancia mostrarían después que algunos de estos vehículos rondaron el domicilio de Morales desde las 8 de la mañana.
Jorge Leonel, el presunto asesino material, viajó en un Aveo blanco en compañía de El Pinto y del conductor, Juan Carlos “N”.
El comandante policiaco salió de su domicilio hacia las 11 de la mañana para hacer compras en una pollería. Las cámaras captaron el momento en que Morales bajó de su vehículo y los dos Aveo pasaron a su lado. El Pinto le dijo a Jorge Leonel, según el comunicado dado a conocer hace unos días: “Ese, ese que va cruzando”.
Jorge Leonel descendió con el arma oculta, se acercó a Milton Morales por la espalda y le tiró a la cabeza y al cuerpo en seis ocasiones.
Al huir, los involucrados siguieron diversas trayectorias, procurando evadir las cámaras de vigilancia del C4 y el C5. De acuerdo con un testigo cuya identidad fue reservada, a esa hora, en la bodega, Armando “N” recibió una llamada: al poner el altavoz del teléfono, una voz le dijo: “Ya está hecho el jale, cuando esté cerca te marco y me abres”.
Según la nueva información dada a conocer por las autoridades, al llegar al taller, Armando “N” y su hijo El Gordo abrieron la puerta. “No traemos cola”, les dijo Juan Carlos, para confirmar que nadie los seguía.
En la bodega cambiaron de vehículos. A Jorge Leonel lo dejaron en un tramo de la carretera México-Pachuca con esta instrucción: “¡Piérdete!”. El presunto asesino material abordó entonces un transporte público.
Una primera versión indicó que semanas después de cometido el crimen una llamada anónima puso a las autoridades sobre la pista de la bodega en la que estaban guardados los autos involucrados en el homicidio. En todo caso, el inevitable seguimiento en arcos y cámaras de seguridad registró el arribo de las unidades, por distintas rutas, hasta el taller. Se sabe que un agente de inteligencia se las arregló para mirar en interior del inmueble e identificó un March que había tomado parte en el operativo.
Armando “N” fue detenido. Su hijo, El Gordo, se encuentra prófugo.
La bodega fue el primer eslabón de una cadena que concentró los esfuerzos de una decena de dependencias de la Ciudad de México, el Edomex y el estado de Hidalgo: en la SSC dicen que el esfuerzo metropolitano giró en torno de la figura de Milton: un policía sumamente respetado.
Jorge Leonel se refugió en Tula, Hidalgo. Los otros involucrados en la ejecución del jefe policiaco se ocultaron en Ecatepec y Tonanitla, en el Estado de México, así como en Cocoyoc, en el estado de Morelos. Algunos de ellos procedían de la alcaldía Gustavo A. Madero, en donde formaban parte de bandas vinculadas al robo de vehículos. De hecho, la mayor parte de los operadores reclutados para llevar a cabo el crimen, se hallan vinculados con este delito.
Según la investigación, las casas en Morelos fueron rentadas por un sujeto apodado Racafa, y por uno de sus operadores, conocido como El Manu, quienes habrían pagado a los ejecutores.
Ambos habían sido detenidos por el grupo de Milton Morales en septiembre de 2023 y se encuentran vinculados con el Cártel Nuevo Imperio. En esa detención se les decomisaron cantidades importantes de droga, y varios inmuebles. Morales había detenido también, en 2021 y luego en 2022, al Bombón.
Se ha establecido que otro de los involucrados, Juan Carlos “N”, tiene nexos con el Cártel de Caborca, y es familiar de El Manco. Todos ellos forman parte de los 9 detenidos en los últimos días.
Los investigadores relatan que Jorge Leonel, el presunto asesino, había rentado un departamento en una unidad habitacional de Tula: se mantenía a buen recaudo, pero no podía evitar asomarse a la ventana “hasta 60 veces en un día”.
La investigación permanece abierta. Falta, dicen, el tejido más fino.
Porque se sabe que hay alguien que operó desde más arriba.
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