Interesante lo que dio a conocer ayer la empresa agregadora de marcas de e-commerce Merama que dirigen Felipe Delgado y Sujay Tyle. Públicamente trataron de responder a las acusaciones que han hecho en su contra excolaboradores, inversionistas y empresas mexicanas que se han visto afectadas por sus prácticas, que consideran dudosas. Si no sabes de qué te hablo, revisa mi colaboración de la semana pasada y la del 14 de julio de 2022 aquí en EL UNIVERSAL.

La compañía informó que obtuvo un préstamo de 80 millones de dólares por parte del banco J.P. Morgan y aunque la empresa intenta vender esta información como un respaldo a su modelo de negocios, la realidad es al revés. Merama explicó que la línea de crédito a cinco años será usada para refinanciar deuda existente y para financiar oportunidades de crecimiento que se le presenten. Aseguran que el préstamo de J.P. Morgan es un respaldo a sus resultados y refuerza la confianza en la solidez y el potencial de su crecimiento. Permíteme discrepar.

Creo que están dándole una connotación positiva a algo que más bien parecen ser malas noticias, por ello, su estrategia que implementaron fue errónea. Sin conocer los estados financieros de Merama, esta operación me dice que quieren refinanciar su deuda porque no podrán pagarla. Ellos dicen que tienen un Ebitda (flujo de efectivo) de 100 mdd, ¿entonces para qué necesitan 80 mdd? ¿Será que no pudieron levantar más capital, solo deuda?

Esto mismo ya lo hicieron otras empresas del mismo tipo como Thrasio o Benitago. Es como seguir la receta de las empresas que entran al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de EU. Ambas agregadoras refinanciaron su deuda porque no la iban pagar meses antes de que se declararan en bancarrota. Por eso digo que esa película ya la vi.

Merama dice que en 2023 registró un crecimiento orgánico de más de dos veces, pero ¿será por el efecto de las nuevas empresas que compraron entre 2022 y 2023? ¿Podríamos inferir que, al comprar esas empresas, solo compraron la facturación que ahora presumen como propia?

Algo más revelador y que confirma lo que me dicen exempleados de Merama es que siguen sin encontrar el modelo de negocio. Nuevamente cambian sus objetivos al convertirse en una "House of Brands" para enfocarse en pocas categorías. ¿Eso significa que todas las marcas que compraron ya no les sirven? ¿Ya las exprimieron? ¿Ya las trituraron?

Creo que, aunque sigan auto denominándose como "Unicornio" (con una valuación de hace más de dos años), creo que Merama sigue siendo un burro.

Demanda colectiva

El problema de lavar solo una vez a la semana es que se te junta la ropa para doblar y planchar. Eso decía un colega en los tiempos de Finsat y Milenio cuando nos bromeaba por el alterón de notas para reportear. Eso me ha pasado en las últimas semanas, se me han juntado las notas y a veces, cuando me doy cuenta, ya se echaron a perder.

Lo comento porque desde hace semanas Amazon Prime comenzó a avisar a sus suscriptores que, si no querían recibir publicidad en su servicio de streaming tendrían que pagar otros 50 pesitos al mes. Si puedes revisar mis colaboraciones en este espacio, verás que desde octubre del año pasado he seguido de cerca todos los anuncios que han hecho las plataformas de streaming en el sentido de modificar sus ofertas con y sin publicidad. Por eso creo tener alguna justificación para retomar el reciente estudio escrito por Radamés Camargo de The Competitive Intelligence Unit (The CIU).

Palabras más o menos, pero más elegantes, Camargo confirma lo que he escrito desde hace meses. Con el aumento de las tarifas, muchas plataformas están matando a la gallina de los huevos de oro. ¿Cuál sería la ventaja de pagar por una plataforma de contenidos audiovisuales que ha perdido su valor diferencial de no incluir publicidad?

Para los que somos más viejitos sabemos que pagar por una oferta de contenidos atractivos sin publicidad valía la pena. Tal vez para los millennials y centennials les dé lo mismo pues según un estudio de Amazon Ads y Kantar, 41% de esos usuarios prefieren cancelar sus suscripciones de paga para usar plataformas gratuitas de contenidos soportados con publicidad o también conocidos como AVOD. Yo ya no quiero volver al pasado.

Sin embargo, lo más interesante es saber que mi colega Ana Luisa Gutiérrez en Expansión retomó la idea de las demandas colectivas en contra de los incrementos en los planes de streaming. En su nota titulada: Cobros extra en plataformas de streaming derivaría en demandas colectivas, advierte lo que podría pasar en México, pero ya pasó en EU. A principios de febrero de este año, un usuario en California presentó una demanda colectiva contra Amazon por incumplimiento de contrato y publicidad engañosa cuando se le aplicó el cargo adicional de 2.99 dólares para recibir su servicio de Prime Video sin publicidad.

La denuncia en EU apenas está en proceso inicial, pero será muy interesante saber el veredicto de esta demanda pues en una de esas, podemos replicarla en México.

TikTokfobia

A quien se le ve un futuro complicado también es a la plataforma de videos cortos TikTok. Ayer el gobierno de EU publicó el decreto mediante el cual se prohíbe el uso de la plataforma en ese país. Con ello, la dueña de TikTok, la china BitDance deberá vender la app a una firma estadounidense antes de que acabe el año, si es que quiere seguir operando en ese país. Aunque la restricción era algo ya casi cantado, llama la atención que se realice en periodo electoral y más aún cuando uno de los candidatos presidenciales, Donald Trump, ya se le quitó la TikTokfobia. El Tío Sam quiere ser el único sheriff del mundo.

Fintech de un año

Edenred, la empresa que tu conoces por el manejo de vales de servicios y despensa, cumplió un año como empresa de tecnología financiera. A lo largo de estos meses, los resultados de su incursión como Fintech son muy diferentes a otras empresas que no han podido obtener esa licencia. Su servicio te permite gestionar los pagos corporativos a través de una plataforma web, manteniendo el control y transparencia de tus operaciones con una tarjeta Mastercard. Por ello, las cifras de crecimiento en el número de clientes y tarjetas emitidas son un ejemplo de que, finalmente, se está viendo la democratización de las tarjetas corporativas.

Columnista y comentarista

Twitter: @hugonzalez0

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