n plena temporada olímpica, resurgen los recuerdos de pasadas justas deportivas. La memoria mundial vivió grandes momentos en los del siglo XX, pero una edición que se caracterizó por conflictos y boicots fue la de Los Ángeles 1984, hace cuatro décadas.

Inaugurada el 28 de julio de 1984, la contienda en “la ciudad de los ángeles” tuvo casi 7 mil atletas y 140 naciones participantes, pero ni sus récords de velocidad o flamante medallero borra los escándalos que enfrentó.

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Boicot soviético, “contraolimpiadas”, protestas por “rentabilizar” las Olimpiadas y una exorbitante cantidad de hamburguesas regaladas son algunos de los pasajes que hoy retomaremos de Los Ángeles 1984, unas olimpiadas inolvidables.


Griegos protestaron por el interés económico que permeó la justa

Para evitar los fracasos financieros de justas anteriores –Montreal 1976 perdió mil 600 millones de dólares–, los organizadores de la XXIII Olimpiada recurrieron a patrocinios de empresas privadas para elevar su rentabilidad.

La búsqueda de ganancias llegó a niveles cuestionables cuando se usó el paso de la Antorcha Olímpica por Estados Unidos para vender espacios publicitarios. Según informó este diario, el 8 de mayo de 1984, cualquier patrocinador podía comprar –por 3 mil dólares– un kilómetro del recorrido de la llama deportiva para publicitarse.

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Tal maniobra comercial motivó protestas en Grecia, país origen de los Juegos Olímpicos. Miles condenaron la “comercialización de la antorcha”, asegurando que “el pueblo griego repudia la entrega de la llama olímpica a los mercaderes”, como se leyó en este diario en mayo de 1984.

Los organizadores afirmaron que los comerciales se relacionaron con los Juegos Olímpicos y que las ganancias irían a programas de beneficencia social, pero era sabido que todo alrededor de Los Ángeles 1984 tendría un trasfondo de rentabilidad y las condenas continuaron.

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Entre los principales críticos estuvo Spyros Fonteinos, entonces alcalde de Olimpia, Grecia, quien aseguró que su intención era compartir el significado de la llama olímpica, “pero nos disgusta que uno de los símbolos de nuestra antigüedad sea vendido al mejor postor”.


Los soviéticos no asistieron a la XXIII Olimpiada

La Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue el principal conflicto que rodeó la justa olímpica en Los Ángeles, en especial por el boicot de 14 países del Bloque del Este. El 8 de mayo de 1984, la URSS anunció su salida de todas las contiendas, responsabilizando al gobierno de Ronald Reagan por la falta de seguridad para seleccionados soviéticos.

“La actitud de indolencia de autoridades norteamericanas hacia las Olimpiadas y el craso desdén por ideales y tradiciones olímpicas están dirigidos a socavarlas”, declaró el Comité Olímpico Nacional Soviético. “En estas condiciones, la URSS se ve obligada a declarar que la participación de deportistas soviéticos en la XXIII Olimpiada en Los Ángeles es imposible”.

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Aunque aseguraron que tal decisión no era para afectar a los atletas ni público de ambos países, los representantes de la URSS denunciaron la presencia de “organizaciones extremistas” dentro de las Olimpiadas que podrían en peligro a los abanderados soviéticos.

Como respuesta, los organizadores de Los Ángeles 1984 aseguraron que sí cumplían con las exigencias y que la salida soviética era para “transformar las Olimpiadas en un foro político”.

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El entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch, lamentó la decisión soviética de no participar en la XXIII Olimpiada y aseguró que “uno no puede tratar de perjudicar un evento como se hizo en 1980 y pretender que todo sea olvidado”, aduciendo la conducta que tomó Estados Unidos cuatro años antes contra la justa en Moscú.


Juegos de la Amistad, las “contraolimpiadas” soviéticas

El boicot soviético no sólo implicó su ausencia de la XXIII Olimpiada. Como contrapropuesta para sus aliados geopolíticos, la URSS organizó los Juegos de la Amistad, una justa deportiva para atletas que no participarían en Los Ángeles.

De acuerdo con Ewa Malchrowicz-Mośko, Mateusz Rozmiarek y Maressa Calthorpe-Croft, en su texto Friendship 84’, Stolen Dreams, al menos 2 mil 300 atletas asistieron a la contienda soviética, cuyo lema era “Deporte, amistad, paz”. Sus sedes estuvieron en diferentes países del Bloque del Este, cada uno con una disciplina deportiva.

Según informó EL UNIVERSAL, las “contraolimpiadas” comenzaron el 18 de agosto de 1984 en Moscú, con 49 países participantes, Canadá, Francia, Italia, Brasil, Colombia, Argentina y otras naciones neutrales incluidas. México recibió la invitación, pero no asistió.

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Para sorpresa de muchos, los World Friendship Games obtuvieron mejores resultados que los vistos en Los Ángeles, con récords en velocidad y distancia superiores en 20 disciplinas. Este diario consideró a la “contraolimpiada” como una competencia de categoría y de las mejores del mundo, aunque con un evidente fin político.

Los otros boicots que amenazaron Los Ángeles 1984

Además de sus conflictos con los soviéticos, los Juegos Olímpicos en Los Ángeles tuvieron otros problemas políticos. El 2 de julio de 1984, el entonces Consejo Supremo Deportivo Africano (ASSC) urgió a 50 países a boicotear las Olimpiadas en Estados Unidos, en protesta por el respaldo occidental que tenía el gobierno apartheid de Sudáfrica.

Los sudafricanos vivían bajo una segregación poblacional y aunque el Comité Olímpico Internacional prohibió su participación en cualquier justa olímpica por tales prácticas discriminatorias, Estados Unidos mantenía una aprobación indirecta.

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Representantes de la África Subsahariana boicotearon Montreal 1976, por el apoyo que ciertas potencias dieron al apartheid y amenazaron con la misma medida para 1984 si la Unión Americana no emitía una condena directa sobre el conflicto en Sudáfrica. El boicot africano quedó en palabras y para el 28 de julio, la ASSC sí presentó a sus atletas en Los Ángeles.

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Colectivos mexicanos enfocados en la protección migrante también exigieron un boicot a la XXIII Olimpiada y pidieron al gobierno de Miguel de la Madrid denegar la asistencia de la delegación nacional, como protesta por la Ley Simpson Mazzoli.

La legislación propuesta por Alan Simpson y Romano Mazzoli fue un proyecto estadounidense para regular la migración, considerando a los indocumentados como criminales que podrían recibir “amnistía” por su delito; también prohibía la contratación de migrantes en establecimientos y fomentó su persecución.

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Bajo ese contexto, colectivos protestaron frente a la embajada estadounidense en México el 4 de julio de 1984, según informó EL UNIVERSAL; “es inadmisible que nuestros jóvenes asistan a un país que está agrediendo cruelmente a millones de compatriotas”, comentaron los denunciantes. 99 delegados mexicanos compitieron en Los Ángeles y se ganaron 6 medallas.


La mala decisión de McDonald’s

El último y cómico episodio que rodeo a Los Ángeles 1984 vino en su “cajita feliz”, con McDonald’s que quiso verse espléndido como patrocinador de los Juegos Olímpicos.

En las justas deportivas de Montreal 1976, la cadena de comida rápida implementó una campaña donde regaló hamburguesas por cada medalla de oro que ganara el equipo estadounidense y optó por repetir tan brillante idea para 1984.

Bajo el nombre When the U.S. wins, you win o Cuando Estados Unidos Gana, Tú Ganas, McDonald’s emitió miles de tarjetas marcadas con justas deportivas. Si el equipo estadounidense salía victorioso en esa contienda, los consumidores ganarían producto gratis.

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Con medalla de Oro, obtuvieron Big Macs; con Plata, papas a la francesa; y con Bronce, una Coca Cola regular. Fue un secreto a voces que las tarjetas sólo tenían disciplinas que los soviéticos siempre ganaban, por lo que McDonald’s fue víctima colateral del boicot comunista.

El país anfitrión quedó en primer lugar del medallero con 174 preseas. Según The New York Times, en su edición del 10 de agosto del 84, “McDonald’s sabrá hasta septiembre cuántas Big Macs, papas y Coca Colas regaló durante su campaña olímpica y el número será alucinante”.

Según reportó el medio estadounidense, la colapsada compañía de comida rápida sí vio una ventaja con su alocada promoción, asegurando que sus tarjetas “ayudaron a visibilizar algunas disciplinas poco conocidas, como la lucha grecorromana”; según ellos, lo importante era el legado olímpico y no los millones de dólares perdidos.


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