John Locke, un gran filósofo del siglo XVII, referente del liberalismo clásico, desarrolló una teoría política centrada en el derecho a la libertad y la propiedad. En su obra más notable, Dos tratados sobre el gobierno, Locke establece que los individuos tienen un derecho natural a la vida, la libertad y la propiedad. Por lo anterior, siguiendo con la premisa del autor, el uso de la fuerza está justificado únicamente en circunstancias específicas: es decir, cuando es necesario proteger los derechos fundamentales, considerados naturales: la libertad, igualdad, seguridad, propiedad y la vida.

Locke argumenta que el derecho al uso de la fuerza legítima se basa en la preservación de uno mismo y de los demás en una comunidad. En su visión, el uso de la fuerza es moralmente aceptable solo como un medio para defenderse de una agresión injusta y no para imponer la voluntad propia. Es decir, para el filósofo la fuerza solamente puede emplearse cuando un ser humano se ve impedido de apelar a la justicia.

En Hidalgo, se produjo un incidente lamentable y controvertido, en el que un perro llamado "Jefazo" fue brutalmente asesinado a machetazos. El acto fue llevado a cabo por una persona que, según informes, actuó de manera violenta y desproporcionada, apelando a que el animal había atacado a un conejo que poseía como mascota.

Para evaluar la conducta de la persona que agredió al perro desde la perspectiva de Locke, primero debemos considerar el contexto y la naturaleza del acto. En el marco de la teoría de Locke, el uso de la fuerza debe estar justificado por la necesidad de proteger derechos fundamentales y debe ser proporcional a la amenaza que se enfrenta. En el caso de "Jefazo", la agresión no solo fue desproporcionada, sino que carecía de una justificación legítima.

Por otro lado, Locke sostiene que la fuerza solo puede usarse para defenderse de una amenaza real e inmediata. En el caso del perro "Jefazo", no hay evidencia de que el animal representara un peligro significativo que justificara el uso de fuerza extrema.

Asimismo, la agresión al perro no se alinea con el principio lockeano de defensa legítima, ya que el uso de un arma blanca, fue excesivo y cruel. En este marco, para el filósofo, el uso de la fuerza debe ser proporcional a la amenaza; sin embargo, la respuesta violenta y desmedida en contra de la vida de un animal, que claramente no poseía la capacidad para provocar una amenaza seria, demuestra una violación del principio de proporcionalidad.

El derecho a la vida, un pilar fundamental en la teoría de Locke, se extiende también a los seres sensibles como los animales en la medida en que la ética moderna lo considera. La muerte injustificada de "Jefazo" contradice el principio lockeano de respetar la vida y la integridad de los seres vivos.

La brutalidad del acto y la falta de una amenaza real ponen en evidencia una clara violación de los principios de proporcionalidad y defensa legítima. En lugar de proteger un derecho fundamental o responder a un riesgo concreto, la acción fue un acto de violencia que va en contra de las normas éticas modernas que abogan por el trato compasivo y respetuoso hacia los animales.

El derecho a la vida, un pilar fundamental en la teoría de Locke, se extiende también a los seres sensibles como los animales en la medida en que la ética moderna lo considera. La muerte injustificada de "Jefazo" contradice el principio lockeano de respetar la vida y la integridad de los seres vivos.

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