El General hidalguense Felipe Ángeles Militar, artillero, intelectual y humanista, es recordado no solo por su participación en la Revolución Mexicana, sino también por su profunda reflexión sobre la justicia social, la equidad y la dignidad humana, principios que orientaron su vida y su lucha por un México más justo y democrático.

Ángeles no fue un militar común. Su carrera y pensamiento estuvieron marcados por una combinación poco habitual para su época: un fuerte sentido de justicia social acompañado de una formación intelectual sólida. Estudió en el Colegio Militar, pero además cultivó un profundo interés por la filosofía y las humanidades. A lo largo de su vida, mantuvo una visión crítica de las estructuras de poder, especialmente en lo que respecta a las condiciones de vida de los más desposeídos. Esta combinación de pensamiento humanista y acción militar le permitió desarrollar un enfoque distinto a muchos de sus contemporáneos.

Su pensamiento estaba influenciado por la filosofía liberal, pero su visión iba más allá de los discursos superficiales sobre igualdad y libertad. Creía que la verdadera justicia solo podría alcanzarse si se rompían las estructuras de opresión que mantenían a las clases populares en una situación de marginalidad y explotación.

La Revolución Mexicana, en la que jugó un papel fundamental, fue para él una oportunidad histórica para llevar a cabo una transformación profunda del país, una que incluyera la justicia económica, social y política para los más necesitados. Para Ángeles, la lucha no solo se trataba de derrocar al dictador Porfirio Díaz, sino de erradicar las injusticias heredadas de siglos de dominio colonial y de la concentración del poder y la riqueza en unas pocas manos.

En este contexto, su pensamiento sobre la justicia social se reflejó en su postura frente a las clases populares, a quienes consideraba el motor de la revolución. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, que veían a los campesinos y obreros solo como un medio para alcanzar fines políticos, Ángeles los reconoció como sujetos de dignidad y de derechos.

Esta visión lo llevó a tomar decisiones clave durante su participación en la Revolución, siempre con el objetivo de reducir el sufrimiento de las clases más vulnerables. Sin embargo, su importancia no se limita a sus habilidades estratégicas en el campo de batalla, sino que también jugó un papel fundamental como pensador. Fue un escritor prolífico, que, a través de sus escritos, se convirtió en una voz crítica y reflexiva de los ideales revolucionarios.

A pesar de ser menos conocido por sus contribuciones literarias que por su papel en el ejército, su capacidad para articular las ideas a través de las palabras es un testimonio de su visión intelectual y su compromiso con el cambio social. Para él, la Revolución debía ser, ante todo, un proceso de renovación política y social, donde la justicia fuera una realidad palpable, no solo una promesa vacía.

A pesar de ser menos conocido por sus contribuciones literarias que por su papel en el ejército, su capacidad para articular las ideas a través de las palabras es un testimonio de su visión intelectual y su compromiso con el cambio social.

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