México celebra cada 12 de noviembre el Día Nacional del Libro, en conmemoración al natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz, una de las figuras más prominentes de la literatura y filosofía del Siglo de Oro en el país. Esta festividad no solo honra su memoria y su legado, sino que también invita a reflexionar sobre el poder transformador de la lectura. En el contexto social y cultural contemporáneo, donde los desafíos del conocimiento y la información se hacen cada vez más complejos, esta celebración se convierte en una oportunidad para reafirmar la necesidad de promover una sociedad que valore la lectura como un medio indispensable para el ejercicio del pensamiento autónomo.
Sor Juana Inés de la Cruz fue una pensadora crítica que, en pleno siglo XVII, desafió las estructuras patriarcales y los límites impuestos a las mujeres de su época. Desde su célebre Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, Sor Juana expresó de manera clara y contundente su firme creencia en la importancia del saber, en particular del saber libre, sin restricciones basadas en el género ni en la tradición; aunado a su clara defensa del pensamiento crítico, el cuestionamiento y el subvertir lo “normalmente” establecido.
Por otro lado, la lectura no es solo un acto de entretenimiento o de adquisición de información, constituye un acto de liberación intelectual. A través de los libros, los individuos pueden entrar en contacto con ideas que desestabilizan, que interpelan su forma de ver el mundo, que los invitan a cuestionar las certezas aceptadas. La capacidad crítica que se fomenta con la lectura permite no solo una mayor comprensión de la realidad, sino también una disposición para transformarla. Sor Juana lo entendió bien cuando, en su tiempo, se enfrentó a las restricciones del conocimiento impuestas por la Iglesia y la sociedad. La lectura, sin embargo, le permitió traspasar las fronteras de lo establecido y su pensamiento sigue desafiando la rigidez del autoritarismo aún hoy.
En un México contemporáneo donde la información está al alcance de un clic, pero donde también se enfrentan a menudo los peligros de la desinformación, la importancia de la lectura crítica se vuelve aún más urgente. El acto de leer debe ser acompañado de una reflexión que permita discernir entre lo que enriquece y lo que limita. La educación, por tanto, no debe solo aspirar a transmitir conocimientos, sino a formar individuos capaces de pensar por sí mismos, de razonar con lógica y coherencia y de cuestionar las estructuras de poder que buscan limitar su libertad intelectual.
Esta festividad, por tanto, es un recordatorio de que, como sociedad, tenemos la responsabilidad de cultivar espacios donde la reflexión y el diálogo crítico sean posibles.
En un mundo saturado de datos, no es suficiente con leer; hay que leer con el fin de comprender, de analizar y de transformar.
“La lectura no es solo un acto de entretenimiento o de adquisición de información, constituye un acto de liberación intelectual”.