El estiaje y la extrema sequía que padece gran parte del país, se ha convertido en un botín político que han buscado amasar la clase gobernante de viejo cuño, aquella que ya defenestrada busca revivir a partir de una grave situación, que ellos, en su momento, no quisieron enfrentar.

Al andar por las carreteras estatales, es visible el eslogan utilizado por los candidatos del PRI, enarbolando la bandera del agua como el principal tema que habrán de defender a cambio del voto de la ciudadanía.

Por ejemplo, vemos el rostro sonriente de Carolina Viggiano enarbolando el tema del agua. Aunque hay que recordar que justo cuando ella fue, una de las tantas veces, diputada federal se construyó el Acueducto II que extrae 47.3 millones de metros cúbicos anuales para surtir al 40 por ciento de la población de la zona metropolitana de Querétaro.

Otro sonriente es Francisco Olvera, que, si bien no le tocó la inauguración de Felipe Calderón en febrero del 2011, fue testigo de la demanda social de Zimapán que quedó nuevamente desprotegida.

Ambos personajes, citando como ejemplo únicamente este acueducto, en ningún momento fueron capaces de intervenir en favor de los habitantes de esa seca y empobrecida región de Zimapán, quienes sólo se quedaron con la promesa de obras y apoyos, pero sobre todo de agua, a la cual sólo veían irse a través de grueso tubos hasta modernas potabilizadoras, mientras ellos morían de agua cargada con arsénico.

La voz de la legisladora priista nunca se levantó para exigir que fuera cumplida la prometida construcción de una presa derivadora que a ellos les permitiera captar agua para sus cultivos, prácticamente de traspatio; la red de abasto para las 30 comunidades de la zona, junto con tanques de diez mil litros para cada una de ellas.

Y la más importante construir una planta tratadora para que el arsénico fuera eliminado del agua que tomaban como potable.

Estas obras, aún pendientes, fueron una herencia y obligación del gobierno de Olvera Ruiz quien nunca imaginó que la historia lo alcanzaría y le reclamaría ese desdén al gobernar, o bueno, estar en Palacio de Gobierno.

La ausencia de respuesta a esa campaña del agua, ideada seguramente desde Coahuila, le faltó darle contexto histórico, porque la gente de campo, la gente sencilla que no atiborra de basura su cabeza, bien recuerda todos y cada uno de los gestos de aquellos que los visitan en campaña y que luego son meramente una anécdota en el pueblo.

En últimas fechas se desinfló el tema del Acueducto III a Querétaro que le permitiría garantizar el abasto en los próximos 50 años, aunque se puso en la mesa la explotación del manto Valle del Mezquital y para que eso suceda, las comunidades tienen la última palabra.


Nimiedades: Resulta extraño que, a la mesa de civilidad política, sólo acudieron tres partidos políticos para enfrentar la contienda más importante de los últimos tiempos.

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