Es nueva la era que vive México con la llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República, una mujer fraguada de manera auténtica en la izquierda, que se convierte en el primer fruto de esa lucha permanente en contra de un poder siempre amañado y pernicioso.
Su antecesor, Andrés Manuel López se constituyó en el artífice de mayor peso para lograr que esa izquierda en veces casi invisible, tuviera un triunfo en las urnas.
El arranque de ese humanismo mexicano, como lo llama Claudia Sheinbaum, va enfocado en alcanzar una administración austera que generará una prosperidad compartida para alcanzar un desarrollo siempre basado en el respeto al medio ambiente.
La muerte de la maestra Ifigenia Martínez, no fue impedimento para que cumpliera la presidenta de México su visita a Tizayuca, en donde dio el banderazo de salida a las obras del tren suburbano que conectará a Pachuca con la Ciudad de México vía férrea.
Esperanzados los hidalguenses, la vimos como con su natural sencillez asume el compromiso de voltear los ojos a una entidad, que aun cuando es vecina de la CDMX, se ha quedado rezagada en materia industrial y productivo, con tierras de alto valor, pero ociosas.
A su llamado se habrán de sumar aquellos luchadores sociales de toda la vida en Hidalgo, quienes de una u otra forma siempre mantuvieron una posición vertical en favor de la sociedad. Gente de letras, profesores progresistas, profesionistas que desde sus trincheras buscan romper las secuelas de un priismo destructivo, periodistas, líderes campesinos, desplazados, ambientalistas, en fin, son muchas las corrientes que siempre buscaron ese triunfo.
Ahora lo tiene Claudia Sheinbaum, quien en su trato sencillo convence en que las soluciones parten de acuerdos mutuos, del allanamiento de la sinrazón o del interés personal que siempre ha prevalecido.
La franqueza en sus palabras, serán un ingrediente que habrá de convencer a muchos para que la esperanza sea eso y no sólo un repetir de discursos vacíos y engañosos.
Es la presidenta de México que abona a la lucha por la representatividad de las mujeres, cosa que puso en marcha desde su discurso inicial.
Y dentro de esos buenos anhelos colocó a Hidalgo, y uno tiene que ver con el resarcimiento de los daños ambientales en la región de Tula. No se salvará sólo el medio ambiente, sino la vida humana.
Los discursos ya fueron hechos, ahora junto con el gobierno de Julio Menchaca Salazar y los alcaldes de la región, deberán combatir la contaminación de raíz. Por ejemplo, Pemex, habrá de cambiar en sus procesos el combustóleo por el gas natural que lanza al aire sin utilidad alguna; la Termoeléctrica de la CFE tendrá que incursionar en nuevos procesos; las empresas químicas deberán ser vigiladas en sus emanaciones al aire y al agua por los productos químicos que usan en la elaboración de fertilizantes o pesticidas.
Y los alcaldes, habrán de poner en marcha sus plantas de tratamiento de las aguas residuales para evitar contaminar el río Tula. Todo esto, acompañado de la colaboración ciudadana para denunciar a todos los enemigos del medio ambiente. Y junto con ello se habla del tren y otras acciones más.
En fin, comienza una nueva era.