Quien podría imaginar que una ciudad destrozada por los malos gobiernos y la ausencia de planeación, ha generado en su historia de los últimos cinco siglos, una riqueza de 51 mil 610 millones de dólares en plata y oro.
De esa bonanza apenas nos dejó una decena de modestos edificios de la época y cientos de agujeros en la tierra, así como muchas muertes en la memoria de sus familiares, algunos por enfermedades respiratorias crónicas otros por intoxicación por el permanente uso de cianuro, cáncer entre otras más.
Esa que podría ser la devastación más prolongada, porque cesó hasta agotar la riqueza en las entrañas de Pachuca y Real del Monte, llegó otra que fue minando la calidad de vida de los pachuqueños, quienes mediante el comercio a baja escala logró vencer esa devastación a lo largo del siglo pasado.
La llegada de miles de nuevos ciudadanos procedentes del centro del país y algunas otras entidades como Querétaro y Puebla, fueron modelando una nueva sociedad un tanto apátrida por no considerarse pachuqueños o al menos hidalguenses.
Junto a ello, sobrevienen las políticas públicas de los gobiernos que, para no aceptar mayores responsabilidades, evitan ese importante ingrediente que es crear ciudadanía, apego a la ciudad, esa querencia que siempre exige transformaciones positivas y respeto a sus lugares y tradiciones.
Formalizar un gobierno incluyente que logre los equilibrios entre derechos y obligaciones de los ciudadanos, permite una abierta colaboración no sólo en el hacer, sino en el conservar lo ya existente.
El gobierno de Pachuca se encuentra en este momento en ese salto que no sólo es de intención, sino generacional y muy obligado a cumplir las expectativas.
Jorge Reyes, un joven empresario, lo vemos saltando la cuerda y convocando a faenas comunitarias a todos los pachuqueños para mejorar su colonia o su barrio. Escoba a escoba es la forma en que considera que el esfuerzo sea parejo. Pero lejos de la verborrea política, está sumando a los vecinos en un mismo propósito que es crear ciudadanos comprometidos con su propia calle o colonia.
El protagonismo que algunos podría acusar en la figura del alcalde, nos muestra que es el eje en donde girará toda la actividad gubernamental. Ya lo vimos recorrer las calles céntricas quitando a los comerciantes ambulantes a quienes les vendieron prácticamente el espacio a través de ambiciosos dirigentes.
Y lo mismo tendrá que exigir que el camión recolector de basura haga su trabajo y sin miedo, que enfrente a la CAASIM que es la principal destructora de las calles de Pachuca que la obligue a contratar una empresa que tape los agujeros que a cada momento hacen intransitables las calles.
En fin, vale la pena darle un voto de confianza para abonar en la construcción de esa querencia que necesita Pachuca para ser una ciudad que se enorgullezca de decir que de aquí se robaron 51 mil 610 millones de dólares, pero vivimos bien.