Las posibilidades que tiene la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) para fortalecer su vida democrática interna y su apertura a la crítica, podría ser desaprovechada en estos momentos.

Los logros académicos alcanzados por profesores y estudiantes, difícilmente son reconocidos cuando se menciona a un grupo de poder político a su interior y más cuando ha sido señalado por autoridades de corte judicial.

El crecimiento en infraestructura durante los tiempos modernos muestra que existe inversión y una clara intención de mejorar las condiciones de los universitarios durante el difícil proceso de formación profesional. Sin embargo, estos esfuerzos se ven amenazados por actitudes poco éticas que buscan desestimar las demandas de los muchachos en paro.

Qué tan difícil es aceptar que hay maestros con apetitos distorsionados que aprovechan su cargo para satisfacer sus instintos no controlados. ¿Por qué la UAEH decide cargar con ellos y sus perversiones?

En lugar de brindar la razón a quien la tenga mediante un consejo abierto y plural que no victimice, pero tampoco permita injusticias, como muchas que han padecido los jóvenes al hacer sus denuncias.

¿Para qué, la institución sostiene a grupos porriles que alargan la triste historia de los Zenaido, El Carnes, entre muchos más que son rechazados por la sociedad actual?

El país vive momentos renovadores que buscan erradicar los viejos esquemas de control, tal como eran los viejos partidos como el PRI, los lastimosos grupos porriles, los chantajistas en agrupaciones campesinas y no tanto por moda, sino porque ahora las necesidades son distintas y por fuerza se deben crear nuevos esquemas de convivencia y control, si así lo quieren ver.

Entonces, mantener a un joven que ya no es joven, estudiante que ya no es estudiante, en una organización estudiantil sin haber sido votado, resulta innecesario para una institución del calado de la UAEH, la cual por fuerza necesita de personajes pensantes y diestros en el discurso, pero ante todo que realmente represente los intereses de los estudiantes.

El momento de cambio ya empujó a la UAEH al límite, es necesario que sus resistencias aminoren para evitar más daños a una institución que es de los hidalguenses.

Resulta penoso observar la presencia de un rector vestido a la usanza de los 70, lo cual no es criticable, pero lo que sí, es que sus actitudes sean las mismas que en aquellos tiempos usaban los porros cuando fueron detestados por toda una sociedad. El cambio no debe ser moneda partidista o de grupo, debe ser una modificación que permita brindar mejores escenarios a las nuevas generaciones y no cuesta tanto, cuando miles de jóvenes están dispuestos a colaborar.

La UAEH y sus dirigentes, no deben perder la oportunidad de cambiar, por su bien y el de todos.

Nimiedades:

Quien nos devolverá las risas perdidas, los paseos buscando artesanías, quien nos regresará las chalupas no comidas en los festejos de San Pancho. Mejor ni digan.

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