La escopolamina, mejor conocida como burundanga, es un fármaco con efectos amnésicos y, aunque puede cumplir con fines médicos, a lo largo de la historia ha sido utilizada criminalmente, ya que en dosis altas logra desorientar a las personas a quienes les es proporcionada, pues son incapaces de tomar decisiones propias y, en cambio, cumplen con la petición de sus agresores, a pesar de que eso vaya en contra de su voluntad.
Proviene de la familia de plantas Solenaceace; su flor tiene la apariencia de una lámpara orientada hacía abajo y, aunque parece inofensiva, en realidad tiene efectos muy peligrosos e inmediatos.
En la historia de la medicina llegó a utilizarse, en dosis muy pequeñas, para sedar a pacientes, a poco de ser sometidos a una cirugía; también fue efectiva para controlar mareos, náuseas y vómitos, administrándose vía oral y por medio de parches transdérmicos.
Sin embargo, los antecedentes acerca de su uso se inclinan a actos delictivos, ya que -en grandes cantidades- la burundanga produce efectos secundarios muy graves, que producen en la persona confusión extrema, alucinaciones, visión borrosa, somnolencia excesiva, por mencionar algunos.
Coloquialmente, se le han acuñado diferentes sobrenombres que denotan su peligrosidad, algunos de ellos son "aliento del diablo", "la droga zombie", así como ha sido clasificada como "la droga más peligrosa del mundo".
Val Curran, profesor e farmacología de la Universidad de Londres, dijo a "The Guardian", que considerar que la escopolamina es capaz de eliminar el libre albedrío es poco, pues destacó que su ingesta en dosis altas, las personas "quedarán completamente incapacitadas".
"Te incapacita porque te sentirías tan somnoliento que no recordarías lo que estaba pasando", explicó al diario británico.
Uno de los peligros más latentes, y al que hacen referencia las y los expertos, es que cuando una persona se encuentra bajo los efectos de esta droga, pierde todo juicio y es capaz de cumplir con la voluntad de la persona que está perpetuando el crimen; puede ser un ladrón que pide sus pertenencias al a víctima, o alguien que pretenda cometer un abuso sexual.
Su efecto se potencia durante la primera y segunda hora, luego de ser consumida, y mengua hasta pasadas alrededor de 21 horas. Sin embargo, cuando la víctima vuelve en sí, no puede recordar nada de lo que sucedió mientras estaba bajo sus efectos.
Históricamente, se ha dicho que la burundanga se usaba por médicos obstetras para sedar a las mujeres que estaban a punto de dar a luz y, al percatarse que provocaba que sus pacientes respondieran a preguntas con total franqueza, comenzó a utilizarse por los nazis para torturar a la población judía y hablara sobre los escondites donde se resguardan, durante el Holocausto.