El don se hereda, dice Antonina Vázquez quien en medio del olor a incienso, hierbas sagradas, pétalos de flores y veladoras, se prepara para ejercer el conocimiento que heredó desde su bisabuela, quien era la partera del pueblo, allá en su natal Calpulalpam en Oaxaca, donde la mayor parte de los habitantes, se dedican a la medicina tradicional, a quitar el mal y dejar que el cuerpo se funda con el espíritu y la esencia.
Con una blusa rosa de satín y un reboso en la cabeza, del cuello cuelga un rosario con una Virgen de Guadalupe y un broche con la Virgen de la Soledad, Antonina dice que en su trabajo se encomienda a Dios, para solicitarle su ayuda en los trabajos de sanación y su protección ya que a veces se tiene que enfrentar a situaciones malas.
La medicina tradicional ha transitado entre quienes son fieles creyentes y quienes consideran que es mera charlatanería. Lo cierto es que esta se basa en prácticas ancestrales de curación, influenciada por tradiciones indígenas, prehispánicas y el uso de hierbas.
Los antepasados en todos los pueblos han recurrido a la medicina tradicional, para aliviar el cuerpo y el alma.
Antonina dice que el conocimiento se da de generación en generación, en su casa, su bisabuela, su abuela y su madre, se han dedicado a atender todo tipo de enfermedades. Ellas han sido parteras, hueseras y curanderas. Pero el ataque que ha sufrido la medicina tradicional ha ocasionado que estuviera a punto de perderse en diversas ocasiones y esto obligó a las curanderas a “esconder su don”, a guardarlo y no decir que ellas sin un título universitario también podían sanar.
Antonina a sus 53 años de edad ha aprendido a amar su herencia, a salir al mundo y decir aquí estoy para ayudar, pero no” fue fácil.
Durante muchos años se negaba a aceptar que tenía que seguir con la tradición familiar. “Mi mamá me decía que tenía que hacerlo o de lo contrario esto se perdería, pero a mí no me gustaba, yo le decía que no”, dijo.
Relata que un día su madre enferma ya no pudo recibir a quien acudía por ayuda. “Llega un señor a la casa se sentía muy mal y entonces mi madre me dice lo tienes que hacer tú, yo solo le decía que no que no iba a poder, se voltea y me dice tú puedes, porque lo traes en la sangre”.
Así fue como Antonina comenzó en este mundo, en el que no todos creen pero al que recurren si ya no tienen esperanza.
“Existe el bien y el mal, debe de haber un equilibrio en la naturaleza, en el universo; y las plantas son la aliadas”, señala.
Dice que desde que alguien se acerca puede sentir si carga con algún pesar o una enfermedad. Cuenta que la ruda, el romero y la albahaca son las plantas que pueden retirar un mal de ojo o una mala energía.
Para curar con una limpia dice primero se debe de hacer un círculo con pétalos de flores ya que la vida no debe de tener fin, en medio de este se libera la energía y para ello cuenta se debe hacer descalza.
Los ramos de hierba también llevan una flor roja que significan regresar la alegría. Antonina dice que ya prepara a su hija y su nieta para pasar este conocimiento que en su familia tiene ya más de 200 años pase ahora a esta generación.
Pablo él reencarnado
Originario de Acaxochitlan, Pablo Galindo dice ser la reencarnación de su abuelo, ya que justo el día en que el llegó al mundo, don Pablo lo abandonaba. Hay muchas cosas por la que yo creo que en esta vida él reencarnó en mi, no solo por que murió el día en que yo nací, sino porqué en sueños vino a mi y me dijo que estaría de nuevo en la tierra.
Hace ocho años Pablo comenzó a ejercer la medicina tradicional, también él lo trae en los genes su abuelo Pablo fue el curandero en Acaxochitlan, al igual que muchos sanadores Pablo es buscado por personas de todos los estratos sociales y económicos, no solo en Hidalgo ha tenido que viajar a otras entidades a donde se le requiere. Pero cuenta que hay casos en los que las personas que sufren algún daño ya sea normal o provocado no lo pueden visitar entonces lo puede hacer a distancia únicamente con la fotografía y el nombre.
De hecho señala que ha ayudado a personas que viven en los Estados Unidos, Pablo se considera santero, pero no de la santería que tiene sus orígenes en Cuba, sino porque sus instrumentos a los que encomienda son los santos, desde San Judas, El Sagrado Corazón de Jesús, La Virgen de Guadalupe o San Martín de Porres entre otros, a ellos acude para sanar a la gente y para que le protejan de todo mal ya que dice en este mundo las dos fuerzas el bien y el mal actúan sobre las personas.
Un altar colocado en un cuarto de su vivienda lleno de imágenes y de esculturas de los santos, veladoras y flores es el lugar de trabajo de Pablo. Una vez realizado el trabajo tiene que acudir a los distintos santuarios que existen el país, a pagar su manda. Enfermedades, ayuda para el amor o el trabajo son sobre todo las consultas que atiende.
Pero también le han tocado trabajos que califica como negros y para ello muestra las manos donde tiene algunas lesiones que dice esas se las hicieron para que no pudiera curar a una mujer que prácticamente la habían dejado invalida, con la ayuda de los santos, las limpias y las plantas ahora ya puede caminar.
Esta consiente que muchos no creen en el poder curativo de los santos, las plantas, las limpias o las ceremonias que se hacen a los cuatro elementos; pero evidencia hay y mucha, lo mismo que testimonios por ello, si la ciencia no puede ellos si.