Con información: Enrique Morán

Muchos de los lideres mundiales, así como las grandes personalidades de la historia en diferentes áreas de la actividad humana, han tenido que pagar un precio muy alto por la notoriedad social que les impone su actividad política o cultural. No son pocos los casos en que ídolos y lideres han encontrado entre las multitudes que los siguen a sus propios homicidas.

La adulación de la masa puede contener en su interior la mano que maneje el arma que termine o ponga el riesgo la vida de los lideres, ya sea como un acto de venganza o como un intento por pasar a la historia de la mano del personaje al que se idolatra. Las grandes personalidades no están exentas del peligro que, el descontento y la inconformidad, así como la admiración y el encantamiento generan.

La historia ha sido testigo de cómo los estrictos controles de seguridad alrededor de los lideres mundiales se ven vulnerados por a quienes la criminología ha llamado “magnicidas” entendiendo por ello a aquellos delincuentes que atentan contra la vida de cabecillas y personalidades en lo más alto de la relevancia mundial.

Así como la psicología criminal se adentra a las mentes de los homicidas seriales y psicópatas, también ha definido las características de quienes atentan contra los caudillos mundiales; los magnicidas pueden dividirse en dos tipologías; un grupo lo conforman quienes matan por encargo, cuando se trata de un complot planeado y organizado por un grupo sin nombre ni rostro. Otro grupo lo conforman los fundamentalistas, jóvenes profundamente marcados por las circunstancias externas que suelen ser considerados mártires y héroes en el seno de su comunidad.

En estos casos de magnicidas, la juventud se ha encontrado como un rasgo en común con cierta tendencia por la escritura megalómana y tanatofílica, en México, por ejemplo, Mario Aburto, el asesino de Luis Donaldo Colosio, escribió en prosa sus delirios de libertador y mesías, e incluso buscó cómo ilustrar con autoretratos para sus textos.

Los magnicidas repiten la intención homicida, ya sea asestando más de un golpe o bien jalando en varias ocasiones el gatillo, ello muestra la voluntad y decisión de matar, sino también el deseo de descargar toda su furia contra la víctima.

Hay muchas figuras de magnicidas que pasaron a la posteridad por sus crímenes que cambiaron el rumbo de la historia de un país o incluso el mundo.

Uno de los primeros y más famosos magnicidios ocurrió el 14 de abril de 1865 cuando John Wilkes Booth, mató a Abraham Lincoln, en un teatro.

Lincoln recibió un balazo en la cabeza que a la postre le costaría la vida tras una terrible agonía. El magnicida que saltó del balcón hacia el estrado del teatro, se fracturó un pie. Tras lograr escapar, fue hallado por el ejército poco después y murió al resistirse al arresto.

Foto: Archivo El Universal
Foto: Archivo El Universal

Muere Obregón

En México una circunstancia similar ocurrió con el presidente Álvaro Obregón quien en 1928, fue asesinado en el restaurante La Bombilla de la Ciudad de México. Su verdugo fue José de León Toral, un militante católico José que fingiendo ser un dibujante, se acercó y asesinó al recién reelecto presidente. El magnicida fue fusilado en 9 de febrero de 1929 y en esa época se hizo mártir de la causa católica que defendía.

Lee Harvey Oswald I Foto: Especial
Lee Harvey Oswald I Foto: Especial

Kennedy

El 22 de noviembre de 1963, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy fue asesinado en Dallas Texas por un francotirador. El atacante identificado como Lee Harvey Oswald fue detenido horas después y pese a que él siempre negó el magnicidio, fue asesinado dos días después mientras era trasladado y custodiado por la policía, lo que fortaleció una teoría conspiracionista.

La racha de magnicidas contra presidentes de Estados Unidos no terminó, pues el 30 de marzo de 1981, John Hinckley disparó contra Ronald Reagan, sin embargo no logró su cometido al quedar solo herido el mandatario.

El 21 de junio de 1982, Hinckley fue declarado inocente por motivos de locura y fue confinado en el Hospital St. Elizabeths Hospital de donde salió en agosto de 2016.

Thomas Matthew Crooks I Foto: Especial
Thomas Matthew Crooks I Foto: Especial

El caso Trump

Finalmente el caso que ha llamado la atención en los últimos días es el atentado contra el ex presidente Donald Trump, tras ser alcanzado por una bala disparada en su contra en un acto de campaña en Pensilvania.

El atacante fue identificado como Thomas Matthew Crooks y fue asesinado a los pocos segundos de haber disparado contra Trump desde una azotea.

El disparador de 20 años de edad, era un estudiante recién graduado que había sufrido bullying, sin embargo se desconoce las causas que lo motivaron al atentado.

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