En esta primera parte, hablaremos de la tragedia qué ocasionó el incendio de la antigua plaza de barreteros llamada así, porque cuenta la tradición popular que ese espacio, propiedad de la Compañía Real del Monte y Pachuca, era el panteón para sepultar a los trabajadores que sólo alcanzaban el nivel del minero dedicado barrenar y extraer los materiales con todo el peligro que esto conllevaba. El crecimiento de la ciudad obliga su cierre y en ese espacio se le da el nombre de “barreteros” a un mercado irregular sólo con puestos de madera, pero que tuvo una gran aceptación por estar cercano a los barrios altos dónde habitaban las familias de estos trabajadores.

Estas barracas se incendian en marzo de 1924, como lo publica el periódico El Observador en una nota periodística de entonces, lo que permitió que en ese mismo lugar se levantara un nuevo mercado.

La nota relata: “En el centro del mercado, existía una barraca de fruta de propiedad de una señora Juana, y que con su marido Jesús, vendía fruta especialmente, pero también tenía legumbres, y ocote, “shishi”, escobetas y similares. Esta señora tenía la costumbre de dejar en el interior a un pequeño para que cuidara el puesto, y este muchacho fue el causante de la desgracia.

Según datos que hoy en la mañana nos proporcionó una vecina contigua al puesto en donde principió el incendio, sabemos que anoche como a las nueve, se cerró el local quedando en el interior el muchacho que resguardaba el comercio. Este muchacho tuvo una lámpara de petróleo ardiendo y se presume que se quedó dormido, y la lámpara cayó sobre el tercio de ocote que se había, comunicándose con el fuego en seguida. Cuando el muchacho se dio cuenta, era porque había tomado incremento y casi imposible extinguirlo debido a la falta de elementos y la apatía que en un principio tomaron los vecinos.

Ya tomado incremento el voraz elemento, llegaron al lugar las autoridades civiles y militares, quienes precedieron a auxiliar el lugar, acompañados de varios civiles.

Debemos hacer mención del doctor Eduardo Gómez Jáuregui, Presidente Municipal, quien con mucha actividad anduvo guiando la obra de salvamento. Estuvieron igualmente dictando sus oportunas órdenes, el ciudadano Gobernador del Estado, General Antonio Azuara, así como el Jefe de las Fuerzas del Estado, General Jesús Azuara.

Se comenzó desde luego a restar combustible al fuego, y al efecto comenzaron a retirarse las barracas del frente del mercado, así como los puestos de la calle de Romero para evitar que se comunicara a las tiendas de dicha calle entre las que se encontraba el almacén “El Mundo de Colón” que como se sabe contiene materias peligrosas. Igualmente se procedió a refrescar las paredes de la plazuela en donde se encontraba la Compañía de Teléfonos y la Comisión Local Agraria, así como la … de La Esperanza, propiedad de Ángel Bonfil, y en donde también ha existencias de materias inflamables.

El fuego pudo dominarse y ya cerca de las doce de la noche, había quedado todo destruido. Hasta las dos de la mañana se terminó casi por completo la dominación total, quedando poco fuego, que hasta las once de la mañana duraba aún, aunque sin mucho peligro.

No debemos pasar por alto la actitud del caballeroso ciudadano americano, Mr. James Henderson, quien al encontrarse en el Teatro supo que había un incendio y ayudó a que el encargado de Aguas subiera a su automóvil para abrir las válvulas distribuidoras del líquido, igualmente facilitó mangueras y gente de la Cía. para que se extinguiera el fuego.

El presidente Municipal, tiene el proyecto de edificar un mercado acondicionado en el lugar de Barreteros, tumbando toda la cuadra que da hasta la Capilla del Carmen. Es posible que con la ayuda del Gobierno del Estado se lleve a cabo tan buena obra.”

Hasta aquí la nota periodística del incendio y un primer atisbo del proyecto del futuro mercado, del cual hablaremos en una segunda entrega.

Google News